
Startup
La salud mental se cuela en la agenda del emprendimiento
►Aunque sigue habiendo cierta resistencia, cada vez más emprendedores reconocen tener estos problemas

De ser un tema del que nadie habla a ser una de las cuestiones de más preocupación, tanto a nivel laboral como personal. Sobre todo a raíz de la pandemia y el confinamiento, los temas de salud mental han ido cobrando más importancia en la esfera pública.
Muchas son las empresas que, de hecho, tienen planes para cuidar la salud mental de sus trabajadores. Pero, ¿qué pasa en el sector del emprendimiento, donde se ha construido muchas veces un relato de que sus protagonistas «pueden con todo»?. ¿Son estos propios profesionales conscientes de que también pueden verse afectados? ¿Son las ramas de inversión cuidadosas con algo más que la cuenta de resultados de sus inversiones?
Una ventana abierta
Aunque es cierto que sigue habiendo muchas cosas por hacer, la salud mental es, cada vez más, un tema de conversación (y preocupación) entre emprendedores e inversores, tal y como constatan diferentes voces del sector que, no obstante, insisten en que aún hay tabúes que dificultan su integración plena en la conversación pública y profesional del sector del emprendimiento patrio.

Así, Diego Vargas, CEO y fundador de Al Andalus Innovation Venture, explica que la realidad cotidiana a la que se enfrentan quienes inician proyectos empresariales, pasa por el hecho de que «la presión, la incertidumbre y la ansiedad no son excepciones, son parte del día a día». Un terreno en el que, parece, hay una necesidad constante de demostrar viabilidad ante inversores, lo que puede suponer un desgaste. Para Vargas, esta erosión, más allá de tener un impacto en el ánimo de los emprendedores, puede incluso afectar la capacidad de decidir con claridad y liderar equipos, lo que en muchos casos ha llevado a fundadores brillantes a detener sus proyectos porque «simplemente petaron».
La buena noticia es que ese cambio en la percepción de la salud mental empieza a producirse, aunque con resistencia. Según Vargas, el tema de la salud mental «ya no es tanto un tabú», y es cada vez más común que emprendedores admitan haber acudido a terapia psicológica. Este reconocimiento se traduce en una muestra de responsabilidad, no de debilidad.
No obstante, Diego Vargas alerta sobre la tendencia creciente a confiar demasiado en soluciones basadas en inteligencia artificial para el acompañamiento emocional, especialmente en el terreno de las startups y sus fundadores. «La salud mental no se gestiona con un algoritmo, requiere sensibilidad, escucha y experiencia clínica», subraya.
Exposición pública
Para Daniela Luque, especialista en Marca Personal y Marketing de Autoridad, hay otro aspecto relevante en esta ecuación: la exposición pública del emprendedor. «Emprender exige exposición pública como publicar en LinkedIn, hablar con prospectos, construir relaciones... y eso multiplica la presión», afirma. Para ella, la mente saturada de un emprendedor impide la claridad para tomar decisiones y la constancia para ejecutar, porque «la salud mental es el motor invisible del emprendimiento». Sin embargo, admite que el sector se sigue rigiendo por una cultura del sacrificio que idealiza el trabajo inagotable y la motivación constante, invisibilizando el desgaste psicológico. Esto se refleja en el ecosistema digital, donde «todos proyectan éxito constante» y mostrar vulnerabilidad es asociado erróneamente con la pérdida de autoridad.
Esta presión cultural mantiene vivo el tabú, sostiene Luque, porque admitir problemas mentales «parece contradecir completamente ese discurso» del emprendedor insensible al agotamiento. Aun así, ella defiende que la vulnerabilidad, bien comunicada, conecta y humaniza la marca personal, aspecto fundamental para sostenerse visible sin quemarse. Subraya que, comparado con otros trabajos donde existen marcos estables, el emprendimiento mezcla «incertidumbre financiera, presión de autoexigencia y exposición constante», lo que aumenta el desgaste mental y el silencio alrededor del tema.
Yo estuve allí
Carlota Mateos es cofundadora y directora de Ancla, una asociación sin ánimo de lucro creada por emprendedores para emprendedores que pone el acento precisamente en cuidar de la salud mental. Porque, como defiende, quienes están detrás de Ancla ya se han tenido que enfrentar a cuestiones de salud mental.
Su organización funciona con una estructura similar a la de una startup, porque todos sus fundadores son «emprendedores muy senior» que han atravesado las peores sombras del desgaste mental. Explica que muchos de los que recurren a Ancla ya llevan años emprendiendo y empiezan a manifestar problemas serios de salud mental. «Todos hemos tenido unas caídas a los infiernos bestiales», subraya.
Para Mateos, la dificultad para abordar la prevención radica en el propio momento vital y emocional del emprendedor, porque en la etapa inicial «estás en la cresta de la ola», lleno de adrenalina y entusiasmo, y «lo último que se te ocurre es ponerte a prevenir un poco con tu sistema de salud mental». Esto provoca que la atención al deterioro mental llegue solo cuando las demandas emocionales son insostenibles.
La asociación, con un número importante de miembros que van aumentando, trabaja para «evangelizar» y ofrecer servicios de apoyo, formación y espacios de escucha, con programas como retiros y cursos diseñados para enseñar herramientas de autorregulación y mindfulness, esenciales para la estabilidad emocional del emprendedor.
Mateos confiesa que ella misma ha tenido «dos burnouts (desgaste profesional) muy concretos y muy salvajes», uno en 2013 y otro en 2020, este último con tal gravedad que requirió medicación, pues la ansiedad llegaba a impedir el sueño y generaba episodios depresivos severos. No tiene reparos en compartir el momento más dramático, cuando se metió en la ducha y le empezaron a temblar las piernas, llegando a pensar que se caería al suelo. Un episodio que fue el inicio de una desconexión total con el propio cuerpo y la realidad cotidiana.
Según ella, es frecuente que otros emprendedores relaten cómo un día simplemente no pueden levantarse de la cama, o ni siquiera saben «por dónde se enciende el ordenador», signos inequívocos de un agotamiento extremo.
Esta problemática no es minoritaria. Con datos de un estudio a nivel occidental (Europa, Estados Unidos e Israel), podemos decir que un 72% de los emprendedores de alto impacto han sufrido problemas de salud mental relevantes, con un 44% padeciendo estrés crónico y un 26% burnout. Sin embargo, sólo el 23% busca ayuda profesional por miedo al estigma. La asociación Ancla está colaborando en una investigación que profundiza en la fatiga mental como antecedente de crisis mayores. «Si te falla el emprendedor, te puede caer el emprendimiento entero», enfatiza, subrayando el valor humano y emocional tras cada empresa emergente.
¿Es un sector tóxico?
►Es un entorno de alta exigencia emocional, presión, incertidumbre financiera y autoexigencia constantes. ¿Es un ambiente tóxico? Diego Vargas lo define como «un sector de alta exposición», donde los riesgos y el desgaste son parte permanente del día a día. Mientras, Daniela Luque cree que se puede definir como desafiante. “El emprendedor lleva todo encima: resultados, estrategia, ventas, equipo. Eso hace que el desgaste mental sea más alto y que el silencio sobre el tema sea más frecuente».
Carlota Mateos sostiene que el arquetipo del emprendedor como héroe hacen que el agotamiento y la vulnerabilidad se esconden. «Aunque lo estés pasando fatal, tiras para adelante con cara de héroe y miedo a que te estigmaticen».
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