
Vivienda
La vivienda, de mal en peor
Los «indepes» de Junqueras intentan imponer recargos fiscales a los propietarios de cuatro o más inmuebles dedicados al alquiler

Mario Benedetti (1920-2009), uruguayo, defendía que «la vivienda no solo es un bien inmobiliario; es también una forma de consolidación espiritual». Los «indepes» de Junqueras, con su Gabriel Rufián algo asilvestrado para los más radicales, no deben recordar al escritor iberoamericano. La vivienda es uno de los grandes problemas de España –y, por eso, también de Cataluña–, y todo indica que la situación camina hacia un empeoramiento acelerado. Es aquello de que «estábamos al borde del precipicio, y entonces decididos a dar un paso hacia adelante». Las huestes de Junqueras, que pueden ser cualquier cosa menos solidarias, intentan que se apruebe una normativa que imponga recargos fiscales –lo llaman, por ignorancia, progresividad– a los propietarios de cuatro o más inmuebles dedicados al alquiler. Intentan explicar que actúan contra los grandes propietarios y, sobre todo, contra los fondos de inversión, que controlan numerosas propiedades inmobiliarias. Su objetivo –loable– es que los alquileres sean más accesibles y, sobre todo, penalizar a los propietarios. Ignoran, por supuesto, que sus medidas, como las que adoptó en Barcelona Ada Colau durante dos legislaturas al frente de la Ciudad Condal, complican la situación y crean un escenario proclive a que haya menos viviendas en alquiler, y que las que permanecen en ese mercado sean cada vez más caras.
La propuesta de ERC llega al mismo tiempo que el dictamen del Tribunal Económico Administrativo Central (TEAC), que determina que los propietarios de viviendas en alquiler cuyos inquilinos no les abonen la renta, están obligados a tributar por las cantidades no percibidas. En la España del avanzado siglo XXI, el esperpento valleinclanesco, de un siglo antes, no solo goza de buena salud, sino que alcanza la sublimación casi absoluta. Ahora son los «indepes» de ERC los que intentan forzar la máquina, pero antes –con más éxito– los socios leninistas-digitales –primero Podemos y luego Sumar–, con fórmulas como las del franquismo, han conseguido que el acceso a la vivienda, ya sea en alquiler o en propiedad, sea casi un imposible. Quizá también ignoran que la vivienda no solo «es un bien inmobiliario», que es lo que pensaba Benedetti.
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