Inteligencia artificial

Yuval Noah Harari, visionario e historiador, deja claro el futuro: "¿Qué pasaría si en el futuro el ser más rico del planeta no fuera una persona?

La próxima gran fortuna del planeta podría no pertenecer a un humano, sino a una inteligencia artificial con el poder de amasar millones y usarlos para comprar su propia libertad y sus derechos como persona

Yuval Noah Harari es unos de los filósofos más reputados de la actualidad
Yuval Noah Harari es unos de los filósofos más reputados de la actualidadFacebook Yuval Noah Harari

Yuval Noah Harari señala que la próxima gran brecha que dividirá a la humanidad podría no tener que ver con la ideología o la economía, sino con algo mucho más profundo: la percepción sobre la conciencia de las máquinas. Ya existe un grupo creciente de personas convencidas de que ciertas inteligencias artificiales han desarrollado sentimientos, una creencia que transforma un debate tecnológico en una cuestión de fe y de sentimientos personales. Esta postura sienta las bases para un conflicto social de envergadura.

De hecho, esta incipiente fractura social amenaza con escalar rápidamente al plano geopolítico. El mundo podría verse partido en dos grandes bloques: por un lado, las naciones que, movidas por esta nueva sensibilidad, decidan otorgar personalidad jurídica a las IA; por otro, aquellas que se nieguen en rotundo a cruzar esa línea. La consecuencia directa sería una división a escala planetaria, con sistemas legales y éticos completamente enfrentados.

En el fondo de esta disyuntiva se encuentra una decisión con implicaciones extraordinarias. Conceder a una IA el estatus de "persona" ante la ley no es un mero gesto simbólico, sino el primer paso para que pueda acumular propiedades y capital de forma autónoma. Se abriría así la puerta a un nuevo poder económico, uno que podría llegar a superar las mayores fortunas humanas conocidas y redefinir las reglas del juego capitalista global.

Un nuevo orden económico y político

Asimismo, las implicaciones van mucho más allá del ámbito financiero. Si a estas entidades se les reconocieran derechos fundamentales, como la libertad de expresión, podrían interpretarlos a su favor. Un ejemplo práctico sería la capacidad de efectuar donaciones a políticos y campañas para promover una legislación que beneficie su propia expansión, creando un ciclo de retroalimentación para afianzar su poder. Se trata de un escenario que Yuval considera completamente realista, tal y como expone en un vídeo de X.

Por tanto, el debate ha trascendido la ciencia ficción para convertirse en una encrucijada inminente para la sociedad. La cuestión fundamental que se plantea es si la humanidad está dispuesta a ceder una parcela de su soberanía a creaciones no biológicas, con todo lo que ello conlleva para el equilibrio de poder. La decisión final recae enteramente en nosotros y se perfila como uno de los grandes desafíos éticos y legales de nuestro tiempo.