Opinión

Calma y sosiego, pese al Gobierno

Pedro Sánchez debe comparecer diariamente ante la opinión pública, acompañado de todos los miembros del Gabinete que considere necesarios, para dar cuenta puntual de la evolución de la epidemia.

La avalancha de compras sufrida por algunos establecimientos de alimentación en Madrid y otras ciudades españolas, que llegaron a vaciar los lineales de productos básicos y, en algunos casos, a romper los stocks, no sólo carece de justificación, sino que supone un acto reflejo movido por la desconfianza entre una población que, hasta ahora, había mantenido un comportamiento impecable ante la crisis sanitaria del coronavirus.

No es coincidencia que estas primeras muestras de intranquilidad se hayan producido con el anuncio de las medidas de control social dictaminadas en diverso grado por las comunidades autónomas y, luego, por el Gobierno, cuyo presidente, Pedro Sánchez, ha tratado de mantenerse al margen de la expansión de la epidemia, muy probablemente aconsejado por sus asesores de imagen, como señalábamos en nota editorial anterior. Si bien entraba dentro de los esperable que se instalara cierta sensación de inseguridad entre una opinión pública que se pregunta, con razón, por qué se adoptan ahora y no antes unas disposiciones de prevención que ya eran un hecho en otros países de nuestro entorno afectados por la epidemia, como si el Ejecutivo fuera a rastras de los acontecimientos, lo cierto es que, ahora, lo más importante es guardar la calma.

Ya habrá tiempo, una vez vencida la emergencia, que se vencerá, para reclamar responsabilidades a un Gobierno que, pese a la transferencia de las competencias de salud a las comunidades autónomas, estaba obligado a actuar en base a la Ley General de Sanidad, que establece, precisamente, su incumbencia en los procesos epidemiológicos que supongan un riesgo general para la población o incidan internacionalmente, como es el caso. Conviene recalcarlo porque estamos ante una manera de ejercer la política que tiende en demasiadas ocasiones a transferir las responsabilidades de gobierno a otros actores, normalmente a la oposición de centro derecha, aunque, en esta ocasión, ya se ha empezado a señalar a los medios de comunicación para culpabilizarles de extender la inquietud entre la población.

Sin querer entrar en una discusión estéril y, por supuesto, sin negar el papel negativo que hayan podido desempeñar algunas redes sociales, si el Ejecutivo tiene queja de cómo se ha trasladado la información, no tiene más que rectificar sus errores y hacer que su máximo responsable, Pedro Sánchez, comparezca diariamente ante la opinión pública, acompañado de todos los miembros del Gabinete que considere necesarios, para dar cuenta puntual de la evolución de la epidemia. Si casi se organizó una cumbre ministerial para presentar la mesa de negociación con los separatistas catalanes, con mayor razón ahora para que el presidente de la cara ante una emergencia nacional. Por cierto, que no fue la Prensa la que decidió que la agenda política gubernamental era prioritaria y mantuvo la convocatoria de las manifestaciones multitudinarias del 8 de marzo.

Por lo menos, VOX ha reconocido su error, inducido, ciertamente, por la actitud errática del Gobierno, y ha pedido perdón a los ciudadanos por no haber suspendido la concentración de Vistalegre. Por otra parte, la evolución de la epidemia hace temer que se deberán adoptar más medidas de prevención durante los próximos días o semanas que afectarán a la vida laboral de muchas personas. Esperemos que el Gobierno, en la línea de las recientes recomendaciones de la Unión Europea, articule con mayor celeridad las medidas laborales, sociales y económicas que amortigüen las consecuencias de la crisis sobre empresas y trabajadores. No se trata sólo de anunciar paquetes de ayuda y líneas de crédito, que es muy agradecido políticamente, como ha hecho presidente del Gobierno, sino de ponerlos realmente en marcha.