Editoriales
Sánchez certifica la catástrofe económica
«Preocupa un Gobierno que parece cómodo en un escenario de expansión del gasto»
No es sólo que las previsiones económicas presentadas ayer por el Gobierno contengan dos hitos históricos – un incremento del 53 por ciento del techo de gasto y un desplome del PIB del 11,2 por ciento, nunca visto en tiempos de paz–, es que el déficit sumado de los años 2020 y 2021 superará los 240.000 millones de euros, una cifra astronómica, a todas luces inasumible para un tejido productivo como el español. No es posible negar lo extraordinario de las circunstancias actuales y la necesidad de provisionar unas obligaciones sobrevenidas por la pandemia del coronavirus, pero sí consideramos un deber la advertencia de que el actual Ejecutivo social comunista parece encontrarse cómodo en este escenario de expansión del gasto público del que ha desaparecido, de momento, temporalmente, el principio de estabilidad presupuestaria.
Que desde el ministerio de Hacienda, que dirige María Jesús Montero, se reconozca paladinamente que no es urgente diseñar el obligado «plan de reequilibrio fiscal», como reclama el Banco de España, sólo puede responder a un planteamiento cortoplacista de la política económica gubernamental y de unos gestores desbordados por los acontecimientos. Que se haga hincapié en la problemática llegada de unos fondos europeos que no salen de la nada y que, por lo tanto, aumentarán las obligaciones españolas con la caja común, roza el pensamiento mágico y nos habla de unas previsiones de ingresos sostenidas en la esperanza. Porque el techo de gasto sólo es la antesala de la elaboración de unos Presupuestos Generales que deberían partir de un axioma que parece olvidado y que nos dice que los recursos no son ilimitados y que su incremento depende de la capacidad productiva del conjunto de la sociedad. También, que la política tributaria genera una concatenación de reacciones que es preciso calcular con sumo cuidado para que, al final, no produzcan el efecto contrario al que se pretende.
El mejor ejemplo sería la amenaza de retirar la exenciones fiscales a la Educación y Sanidad privadas, medida que aumentaría el gasto público al tener que asumirse las prestaciones a un amplio sector de la población, no sólo de las clases medias, obligado a renunciar a la doble cobertura. En cualquier caso, ayer, el Gobierno que preside Pedro Sánchez, con sus previsiones, no hizo más que certificar la dimensión de una catástrofe económica de dimensiones, todavía hoy, imposibles de calcular. Porque, incluso, las pronósticos para el próximo ejercicio parten de un escenario de menor incidencia de la epidemia de coronavirus, lo que, por lo que estamos viviendo, no es más que una especulación voluntarista.
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