Editoriales
El PP debe abstenerse en la moción de VOX
Hay razones para censurar al Gobierno, pero estamos ante un inútil tacticismo.
Una moción de censura que no tiene la menor posibilidad de triunfo no deja, por ello, de ser un instrumento parlamentario perfectamente legítimo y, de hecho, forma parte de los instrumentos políticos que puede utilizar un partido, ya sea para conseguir notoriedad, ya para buscar el mayor desgaste posible del Ejecutivo de turno. Por lo tanto, poco podemos objetar a la decisión que ha tomado VOX, más allá de cuestionar la oportunidad del momento elegido y pese al convencimiento de que se trata de un movimiento puramente tacticista cuyo alcance y recorrido no es difícil de calcular.
Se argumentará desde algunos sectores políticos que la maniobra emprendida por Santiago Abascal tiene un segundo destinatario, el Partido Popular, obligado, en expresión pedestre, a «retratarse», so pena de decepcionar a un sector de sus votantes muy crítico con el actual Gobierno y que no entendería una postura que, a la postre, pueda traducirse ante la opinión pública en un refuerzo de la coalición socialcomunista. Por supuesto, hay motivos sobrados para reclamar la censura de un presidente como Pedro Sánchez, que, apoyado en una exigua mayoría parlamentaria, no tiene el menor empacho en romper los consensos de la Transición, pero, ya decimos, no es la cuestión primordial. A nuestro juicio, nada vincula al Partido Popular ni a su líder, Pablo Casado, con la decisión de VOX, partido completamente autónomo, por más que coincida en muchos puntos, pero no en todos, ni mucho menos, con el ideario que representa la formación conservadora. Ni Santiago Abascal pidió la opinión de los populares sobre la conveniencia de presentar la moción ni los populares están obligados a secundar ese movimiento tacticista. De ahí, que la decisión que veríamos más lógica y razonable a adoptar por parte de Pablo Casado es la de la abstención, que, en ningún caso, debería interpretarse como una especie de peaje debido al progresismo o como un salvoconducto para poder transitar por la política española sin que socialistas y comunistas te cuelguen el sambenito de ultraderechista o, más comúnmente, de fascista.
El Partido Popular nada tiene que demostrar con respecto a la firmeza de su convicciones y al respeto a los intereses de sus votantes, que viene defendiendo hasta la extenuación en el Parlamento y fuera de él, ni, por supuesto, debe dar pábulo al discurso trampa de la izquierda, que pretende hacer de un partido constitucionalista, como VOX, la caricatura antisistema. Si Pedro Sánchez, dada la aritmética parlamentaria, está destinado a derrotar la moción en su contra, sea, pero, eso sí, con los votos de la extrema izquierda y de los separatistas que son quienes le mantienen en el poder. Porque el PP está en la oposición.
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