Editorial
La sombra de un legado
La dirección del PP debe responder de sus actos y no por los de etapas pasadas
La corrupción es un fenómeno transversal en la política. Siempre hay personas que se conducen de forma anómala por la codicia, la ambición y el interés y son los tribunales los encargados de depurar sus actos. Los principales partidos españoles guardan en su historial unos cuantos nombres de escándalos, alguno que incluso afectó a sus siglas de manera estructural como sucedió con el PSOE de Filesa. Nadie está libre de pecado. En la actualidad, como ha sido norma en toda la historia de la democracia, se encuentran en curso varias instrucciones judiciales sobre asuntos diversos. Esta semana ha sido imputada la que fuera secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, en el «caso Kitchen». Conviene reiterar un fundamento medular de cualquier sistema de libertades. En democracia todo el mundo es inocente hasta que no se demuestra lo contrario. La presunción de inocencia prima y blinda la honorabilidad de todo ciudadano mientras no medie condena. Es una condición crítica del estado de derecho que deberíamos acatar y respetar, aunque en nuestro país la izquierda, incluso ya en el gobierno, se haya acostumbrado a erigirse en juez, jurado y verdugo político cuando la investigación atañe al adversario. Existen, por tanto, indagaciones que ensombrecen conductas de tiempos pasados en el PP y que implican a otros dirigentes populares que no son los actuales. No es un detalle baladí. Con su liderazgo Pablo Casado estableció un compromiso riguroso e inflexible con la honradez y la transparencia en todas las estructuras del partido y en ello sigue. Su trayectoria lo avala. Su proceder diario representa, entendemos, una renovación continuada de esa exigencia, que resulta, por lo demás, lo que cabe requerir a todo servidor público. Socialistas y comunistas saben que las presentes actuaciones fiscalizadas por la Justicia son extrañas al equipo directivo popular actual, pero el fin justifica los medios, aunque estos sean mentir y pisotear salvaguardas y amparos constitucionales, amén de derechos fundamentales de las personas investigadas. La izquierda debe conocer que los españoles tampoco secundan sus manejos en este campo. Una mayoría de españoles cree que Kitchen no es cosa de Pablo Casado, sino que es una cuestión circunscrita al anterior liderazgo de Rajoy, según el sondeo de NC Report. También son más los que entienden que el caso no frenará el ascenso del PP. Que la verdad judicial prevaleciera sería un signo de plenitud democrática.
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