Editorial

Más financiación exige mayor control

Pese a la pandemia, no se puede entrar en un bucle infinito de gasto público

E l Consejo de Política Fiscal y Financiera terminó, ayer, con el anuncio de un nuevo hito histórico en materia presupuestaria, en línea con los planteamientos expansivos de los próximos Presupuestos Generales del Estado, que traducido en cifras supondrá un incremento de la financiación de las autonomías del 6,3 por ciento sobre el presente ejercicio, hasta los 112.213 millones de euros. Además, desde el Gobierno central se repartirán 13.500 millones de euros de los fondos extraordinarios para hacer frente a los costes de la pandemia, se condonarán 3.900 millones de las liquidaciones negativas de 2020 y se transferirán los 3.000 millones del IVA pendiente desde 2017, en cumplimiento de las sentencias judiciales.

Por supuesto, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, vinculó este último pago a la aprobación de los PGE de 2020, a modo de «estímulo» en una negociación parlamentaria que se presenta difícil. Poco hay que decir sobre el reparto territorial de esta millonaria financiación, si bien, y ahí están las cifras, son las comunidades de Castilla-León, Murcia, Asturias, Valencia, Madrid y Baleares las que tendrán un incremento por debajo de la media. Madrid y, en este caso, Cataluña, también se verán más perjudicadas en el capítulo de los fondos Covid, al haberse cambiado a última hora el criterio de reparto, que ya no se hará por porcentaje del PIB, sino por el de población ajustada. Ciertamente, y teniendo en cuenta que son los gobiernos autonómicos quienes gestionan los servicios más onerosos, como la sanidad, la educación o las prestaciones sociales, era preciso un mayor esfuerzo presupuestario desde el Gobierno central, habida cuenta de los gastos extraordinarios a que ha obligado la pandemia.

, sin embargo, al calor de la relajación del control del déficit fiscal establecido por la Comisión Europea, los ciudadanos españoles asistimos, anuncio tras anuncio gubernamental, a lo que puede convertirse en un festival de gasto público, que, al final, deberá cubrirse a base de deuda. Frente al optimismo del Gobierno en un próximo final de la pandemia, que traerá, junto con los fondos europeos, la mayor recaudación de la historia para las arcas del Estado, no estaría de más un mayor control del destino de unos impuestos que ya sitúan a los contribuyentes españoles a la cabeza del esfuerzo fiscal en Europa, con una previsiones presupuestarias más ajustadas al principio de precaución.