Editorial
Un Gobierno lastrado por los nacionalistas
El Gobierno de coalición cumple dos años al frente de los destinos de la nación y su gestión ni siquiera recibe el aprobado de quienes votaron a los partidos que la integran, PSOE y Unidas Podemos, en noviembre de 2019. Es cierto que han sido unos ejercicios muy complejos, marcados por la pandemia del coronavirus, pero se hace muy cuesta arriba buscar otro ejemplo de tal desgaste gubernamental en tan poco tiempo. De hecho, según la encuesta elaborada por «NC Report», que hoy publica LA RAZÓN, sólo el 29 por ciento de los consultados aprueba la labor del Ejecutivo, es decir, diez puntos porcentuales menos que los resultados que obtuvieron en las urnas, sumados, socialistas y comunistas.
El Gobierno suspende entre todas las franjas de edad, y lo hace cuando se pregunta a los ciudadanos tanto por su gestión de la economía como por su comportamiento frente a la emergencia sanitaria. Pero en estos malos resultados, inapelables, influyen, a tenor de lo que revela el sondeo, dos factores muy significativos de cara al futuro electoral de Pedro Sánchez. Son, por este orden, el excesivo ruido interno en el funcionamiento de la coalición, destacado por el 76,8 por ciento de los encuestados, casi el mismo porcentaje de los que opinan, precisamente, que Pedro Sánchez debería reducir el número de los ministerios; y el peso excesivo de los partidos separatistas en las decisiones gubernamentales. El 60 por ciento de los españoles opinan que el Ejecutivo depende demasiado de los nacionalistas y, en consecuencia, un 66 por ciento cree que debería buscar otros apoyos parlamentarios, cuestión, por otra parte, en la línea de otras encuestas recientes, que recogen la preferencia de la opinión pública por un mayor entendimiento entre los grandes partidos constitucionalistas.
Es evidente, pues, que los socios parlamentarios de Pedro Sánchez suponen un lastre, y no ligero, para sus aspiraciones de repetir mandato. La buena noticia es que todavía no hay una mayoría de españoles que considere que se deben adelantar las elecciones generales, –sólo el 43, 5 por ciento lo demanda, que no es poco– lo que concede un margen de tiempo al inquilino de La Moncloa para tratar de introducir los cambios en su gestión política que parecen necesarios. Y estos pasan, sin duda, por reducir la influencia de las formaciones nacionalista, especialmente de ERC y Bildu, que son las que más efecto rechazo tienen en el conjunto de los consultados, pero, también, por poner orden en el funcionamiento interno de la coalición, muy criticado por la mayoría de la opinión pública. Porque episodios como los del ministro de Consumo, Alberto Garzón, producido cuando ya se había realizado el trabajo de campo de la encuesta, sólo consiguen abundar en la percepción de un Ejecutivo en el que brilla por su ausencia la unidad de propósito.
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