Editoriales

Sánchez devuelve a España al eje atlántico

En vísperas de la reunión que los ministros de Asuntos Exteriores de la UE mantendrán con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, con la crisis de Ucrania como asunto único, no ha pasado inadvertida entre nuestros socios comunitarios la rápida respuesta del Ejecutivo español y su inequívoco respaldo a la estrategia de disuasión militar adoptada por Washington, por supuesto, en el marco de la OTAN, que contrasta con las cautelas de otros gobiernos directamente concernidos, como el alemán, más proclives, al parecer, a explorar hasta sus últimas consecuencias la vía de la diplomacia y, por lo tanto, reticentes a proporcionar, material de defensa a los ucranianos, por temor a provocar una reacción militar rusa. Así, que el jefe de la Armada germana, almirante Kay-Achim Schönbach, haya tenido que presentar su inmediata dimisión por unas declaraciones que, en el fondo y en la forma, justificaban la posición del Kremlin, demuestra que, una vez más, los europeos están lejos de alcanzar una política común que vaya más allá de las grandes palabras.

De ahí, que la decisión tomada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de enviar contingentes militares a la zona de conflicto, en línea con las operaciones de refuerzo ordenadas por Washington y Londres, pueda ser interpretada como un giro en la política exterior española, con un mayor acento en la vinculación con el eje atlántico que lidera Estados Unidos. A este respecto, no será difícil que desde la propia oposición interna al Gobierno, que ejerce Unidas Podemos –por cierto, un hecho insólito en los usos políticos occidentales– se recurra al cliché de la «foto de las Azores» para descalificar al jefe del Ejecutivo y a los ministros de ese «sector militarista», que sólo existe en el imaginario de la extrema izquierda, pero más allá del panfleto del «no a la guerra» y de las nostalgias de la URSS de nuestros comunistas, Pedro Sánchez ha hecho lo más indicado para los intereses nacionales, que pasan por recuperar los estrechos lazos diplomáticos y estratégicos con Washington, como ha demostrado sobrada y crudamente la crisis abierta con Marruecos.

No es, por supuesto, una decisión exenta de riesgos, puesto que supone desplegar fuerzas de combate de los tres ejércitos frente a las mismas fronteras de Rusia, pero, insistimos, creemos que es acertada. No sólo porque contribuye notablemente a la política de disuasión ante las amenazas de Moscú, como ha reconocido el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al propio Pedro Sánchez, sino porque reafirma el compromiso de España con nuestros aliados y por la seguridad de Europa. Ahora, cabe esperar que el inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, esté a la altura del desafío planteado por el líder ruso, Vladimir Putin, que es la mejor manera de evitar una guerra.