Editoriales

El Gobierno tira del comodín de Putin

Aunque la opinión pública española parece haber interiorizado como parte de la normalidad las continuas contradicciones y rectificaciones de los responsables gubernamentales, comenzando por el jefe del Ejecutivo y terminando por el ejercicio de hermenéutica que supone interpretar a las ministras de Unidas Podemos, no es posible pasar por alto que no hace ni tres días que la ministra de Economía, Nadia Calviño, afirmaba con envidiable aplomo que España podía capear con mayores garantías la crisis energética porque no era dependiente del gas y del petróleo rusos.

Diagnóstico que, ayer mismo, fue corregido por la intervención parlamentaria de su jefe de filas, Pedro Sánchez, que no sólo culpó a Vladimir Putin del actual encarecimiento de los precios de la energía, sino que fue más lejos al afirmar que el presidente ruso siempre ha estado detrás de las turbulencias del mercado y de las fuertes subidas de precio de la electricidad experimentadas en 2021. Sin embargo, no es lo que sugiere el análisis de los datos que hoy publica LA RAZÓN. El precio de la electricidad se encareció un 230 por ciento entre 2020 y 2021, mientras que, desde enero de este año, con la crisis ucraniana en puertas, lo ha hecho un 132 por ciento. Es más, entre abril y noviembre, los precios cayeron, pese a que el Kremlin había celebrado grandes maniobras militares y anunciaba los primeros despliegues en las fronteras con Ucrania.

Incluso, a lo largo de todo el proceso de subida del coste de la energía, los distintos portavoces del Gobierno siempre atribuyeron las causas a las disfunciones del mercado energético europeo, marginalista, con amargas quejas a costa de los supuestos «beneficios caídos del cielo» de las malvadas compañías eléctricas. Descubrir, ahora, inopinadamente, que Putin era el factor todopoderoso que manejaba los hilos tiene dos explicaciones y ninguna de ellas buena. La primera, que nuestro Gobierno no se enteraba de nada y se ha pasado dos años dando palos de ciego con la factura de la luz, y la segunda, que estamos ante un acto oportunista por parte de Pedro Sánchez, que tira del comodín de Putin para justificar los errores propios en la gestión económica de la crisis pandémica.

Comodín amplio y versátil, que explica desde la subida de la inflación, por cierto, mayor en España que en el resto de Europa, hasta las dificultades que experimentan las empresas con la llegada de las materias primas. Ciertamente, la guerra de Ucrania va a tener una notable incidencia en la evolución de la economía europea, pero, a nuestro juicio, hace mal el presidente del Gobierno en escudarse en un conflicto que ha sensibilizado profundamente a la sociedad española para disimular pasados y presentes yerros de una gestión que, como en el caso del suministro de armas a Ucrania, no siempre sigue una línea reconocible.