Editorial

La asfixia económica amenaza a los hogares

Como hoy publica LA RAZÓN con datos extraídos del Índice de Solvencia Familiar de la OCU, dos de cada tres hogares españoles tienen muchas dificultades para cubrir sus necesidades básicas y apenas disponen de recursos para gastos extraordinarios, como el dentista o la óptica. Sólo en el capítulo de la alimentación, los bienes de gran consumo han subido sus precios un 12,9 por ciento de media, con incrementos que van del 145 por ciento en la leche, al 183 por ciento en la pasta o hasta el 303 por ciento en los aceites.

Si tenemos en cuenta que el análisis se hizo sobre una subida del IPC del 6,5, y no sobre la actual, que es del 9,8, la cifra más alta de Europa, entenderemos perfectamente que, ayer, se formaran grandes colas en las gasolineras, ante la promesa de una rebaja del precio de los combustibles que apenas supone un ahorro de 10 euros para un depósito estándar, que, además, adelantan las empresas. Y, mientras, la ministra de Hacienda, María Jesús Montoro, no tenía el menor empacho en felicitarse por una reducción del déficit público que en buena parte se ha conseguido gracias al incremento de los ingresos fiscales provocados por la inflación y por las subidas disparadas de la electricidad y los combustibles.

Porque a la presión impositiva ya existente sobre los hogares y las empresas, en todos los órdenes, hay que sumar los efectos de una inflación que el Gobierno parece incapaz de controlar y que amenaza con llevarse por delante el ahorro familiar embalsado durante la pandemia, si hablamos en términos macroeconómicos, porque en 8 de cada cien hogares donde, simplemente, no se llega a final de mes, la palabra «ahorro» suena a utopía. Ayer, en Sevilla, el nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, reclamaba del Gobierno la reducción de los impuestos que pagan los españoles, sometidos a uno de los mayores esfuerzos fiscales de la OCDE, en línea con las políticas económicas que se siguen en las comunidades autónomas que gobiernan los populares y que, los hechos cantan, registran mejores resultados en cuanto a crecimiento, empleo e inversiones.

No parece que el Ejecutivo tenga la menor intención de aliviar una carga impositiva que, combinada con la inflación galopante, lleva a la asfixia a los hogares españoles. Al menos, así se desprende de las declaraciones de la ministra Montero que, por las trazas, ha descubierto en la escalada de los precios un pingüe yacimiento fiscal, a la espera de que entren en vigor las subidas de impuestos que están previstas en los Presupuestos Generales. La cuestión, por supuesto, estriba en saber hasta dónde puede llegar el esfuerzo que se exige a los ciudadanos sin que el sistema colapse, caigan los ingresos del Estado y haya que tirar de más deuda pública. Ciertamente, en ese terreno los gobiernos socialistas gozan de una dilatada experiencia.