Editorial

Feijóo y el Sánchez encastillado de siempre

Tiró ayer el nuevo presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, de su proverbial flema, labrada a lo largo de décadas de ejercicio de la política, para no convertir la encerrona que le habían preparado en La Moncloa en un desplome irremediable de cualquier puente entre el Gobierno y el principal partido de la oposición. Y se puede hablar con propiedad de encerrona, porque el convocado se encontró con la sorpresa de un orden del día preparado por la Secretaría del Ejecutivo y comunicado a la Prensa cuando ya había comenzado la reunión.

Un documento que, en el fondo y en la forma, no era más que una mera transcripción del programa político gubernamental y que, además, comenzaba con un reproche infundado a la actuación parlamentaria de los populares. Frente a esta muestra de descortesía, que Núñez Feijóo no sólo calificara de «cordial» el encuentro, sino que mostrara su confianza en retomar las negociaciones en un futuro próximo, podría interpretarse como un exceso de contemporización, pero nada más lejos de la realidad.

Porque lo que vimos fue a un líder popular pausado, incluso didáctico, y muy seguro de que las propuestas que llevaba en la cartera son las más eficientes para enfrentar la crisis económica y devolver a España a la senda del crecimiento. Por supuesto, Feijóo se encontró con el Pedro Sánchez encastillado de siempre, inflexible y cuya visión de los pactos de Estado excluye términos como cesión o mutuo acuerdo. Tampoco, es cierto, el presidente popular fue más allá en sus compromisos de un voluntarista «lo estudiaremos lo antes posible», en referencia a la renovación de los organismos judiciales –exigida, hay que decirlo, con plazo perentorio por parte del jefe del Ejecutivo–, pero, al menos, no llegó a vincular directamente el ámbito de los acuerdos institucionales con un cambio en las políticas fiscales del Gobierno, que era, dicho sea de paso, el verdadero objetivo de la reunión.

Porque Núñez Feijóo traía como punto fuerte la promesa que hizo Pedro Sánchez ante la junta de presidentes autonómicos celebrada en La Palma de que abordaría una reducción de la presión impositiva, luego, trasmutada en supuestas ayudas directas de difícil implementación. Desde su experiencia, cree el líder popular, y así lo expresó, que el Gobierno parte de un error de concepto grave, como es atribuir el deterioro de las condiciones económicas, con la inflación disparada por el incremento de los precios de la energía, a una circunstancia coyuntural y sorpresiva como es la guerra de Ucrania, cuando parece más cierto que la economía ya venía dando largas señales de alarma. Pero lo que define el estado de la cuestión es que ninguna de las propuestas de Feijóo destinadas a operar sobre el IRPF y a emplear parte de los fondos europeos como amortiguador de las cargas fiscales de las empresas, van a ser, siquiera, discutidas.