Economía

El castigo fiscal como sello de la izquierda

En la UE nadie sigue a Sánchez, sus pulsiones confiscatorias y sus políticas expansivas. Va por libre a costa de los españoles

El Gobierno parece casi imbatible en la decisiva batalla del relato en un régimen de opinión pública. Lo es porque nunca antes una administración había sido capaz de sostener una argumentación contra la realidad cualquiera que fuera. Refutar, siquiera disentir, con ánimo de entablar un debate, ha resultado una quimera. El aparato mediático y propagandístico ha aguantado con firmeza el discurso oficial con la convicción de que el ciudadano es habitualmente más permeable al mensaje que a la cotidianidad que engendra verdad, aunque las elecciones y los sondeos lo hayan enmendado. El presidente y sus ministros se han arrogado haber salvado cientos de miles de vidas durante la pandemia, se han erigido en la locomotora económica de Europa y se han presentado como benefactores fiscales. Ahora, incluso ante la escalada de los precios y del coste de la vida para los hogares y las empresas, blanden la eficacia de sus medidas en la contención de una inflación que sin ellas sería de hasta cinco puntos más, según Sánchez, o tres, conforme a la ministra Montero, como sentenció ayer mismo. Por supuesto, ningún representante del gabinete ha aportado estudio, ranking o informe alguno de instituciones de reconocido prestigio, o sin prestigio si fuera el caso, que haya refrendado siquiera tangencialmente los prodigios de la gestión. En la evaluación económica han sido si cabe más atrevidos, singularmente porque el cotejo y el contraste con la marcha de los países de nuestro entorno se han convertido en polígrafos de la mentira institucional. El Gobierno alemán ha anunciado un «plan de alivio fiscal» valorado en 10.000 millones de euros para reducir el impacto de la inflación en las familias. Se deflactará el equivalente al IRPF español para devolver a los ciudadanos los beneficios caídos del cielo del Estado gracias al rally alcista de precios, que en España ha disparado la recaudación a un récord desconocido en paralelo al empobrecimiento de los contribuyentes. Socialistas, verdes y liberales alemanes han entendido, como el Banco de España y el FMI, entre otras instituciones, que una imposición moderada ayuda más y mejor a la población más castigada por la crisis, además de ser más justa. Es la tendencia en Europa que choca con la vía Sánchez de ayudas directas con la que se labra y se abona una sociedad dependiente, subvencionada y clientelar tan del gusto de la izquierda y un Estado del todo ineficiente y en riesgo de colapsar a pesar del colosal «rescate» del Banco Central Europeo y de la Comisión los últimos años. La titular de Hacienda ha presumido de 30.000 millones en bonificaciones ante la estrategia germana como elemento de ese argumentario de las hazañas monclovitas que no han revertido la desafección de los ciudadanos y la crítica evolución de la economía nacional. Lejos de rectificar, de pensar en aligerar las cargas, el nuevo impuestazo contra los bancos y energéticas añade presión a un escenario abocado a la recesión con erosión en el crédito y el consumo. En la UE nadie sigue a Sánchez, sus pulsiones confiscatorias y sus políticas expansivas. Va por libre a costa de los españoles.