Editorial

Anomalía democrática y acuerdos de Estado

Las democracias progresan de manera consistente a partir de grandes entendimientos entre aquellos que están llamados a turnarse en el poder

La excepcionalidad institucional y política que ha traído consigo la presidencia de Pedro Sánchez borró cánones y códigos insoslayables en las democracias asentadas, también en el discurrir de la nuestra desde sus albores. Con él, la interlocución serena y frecuente con el principal partido de la oposición ha desaparecido y en su lugar se ha abonado un escenario de polarización y demonización del adversario político, cegando el espacio a la transacción, incluida la misma negociación en las Cortes, que es también la esencia del parlamentarismo. Pedro Sánchez ha acabado de un plumazo con la posibilidad de los acuerdos de Estado entre los dos principales partidos de gobierno del país, un instrumento esencial de continuidad y estabilidad del sistema bajó el paraguas de amplísimas mayorías políticas y por tanto sociales. La etapa del gobierno bipolar, del sanchismo, ha degenerado en una administración de tintes cesaristas, en el que la oposición ha quedado relegada a aceptar un rol marginal y sumiso. Esa voluntad del presidente del Gobierno por apartar al PP y a sus millones de votantes, de blandir las dos Españas, tensar y abrir trincheras en pos del frentismo ha sido un factor determinante en la degradación aguda de la democracia española bajo la hegemonía socialista y comunista. Que la izquierda haya frustrado los pactos de Estado ha prendido la vida pública a la arbitrariedad del poder y la corrección de esa tara debiera ser propósito indispensable en un futuro gobierno del PP. Conviene repetirlo, tantas veces como sea posible, que Pedro Sánchez ha tenido una responsabilidad máxima en que la renovación del CGPJ haya colapsado estos años. Él nunca ha pretendido abordar el asunto con el líder del PP, sino que éste se sometiera y asumiera la colonización de las instituciones. Elías Bendodo, coordinador general del PP, ha defendido en una entrevista con LA RAZÓN que socialistas y populares «deben entenderse» y ha apelado a que el probable consenso de última hora sobre el órgano de gobierno de los jueces «sirva de antesala para futuros acuerdos en beneficio del conjunto de España». Las democracias progresan de manera consistente a partir de grandes entendimientos entre aquellos que están llamados a turnarse en el poder. El compromiso entre diferentes demanda equilibro, que es producto de moderación y consenso, y que es lo que le ha sido hurtado al país por la izquierda más radical de Europa. Incluso a estas alturas de una de las legislaturas más calamitosas de la historia democrática, los acuerdos de Estado no debieran ser una quimera, aunque lo parezcan. Sánchez ha elegido como socios a los enemigos de la Constitución y la nación. «El problema hoy no es el PSOE, sino Sánchez, y su podemización», según Bendodo. Serán los españoles con sus votos los que subsanen la anomalía y repongan la normalidad democrática.