Editorial
Reproches ciudadanos en un año para olvidar
Que un gobernante se desvincule de los gobernados es un error, que legisle mientras los ignora resulta una imprudencia y que lo haga contra su parecer es una sentencia que acaba pagando en la noche electoral
Pedro Sánchez se mantiene firme en su discurso y su estrategia. Probablemente, como Yolanda Díaz, esté convencido en su fuero interno de que pasará a la historia como el presidente del mejor gobierno de la democracia. No es descartable, ni mucho menos, que sea su convicción más íntima y no un proceso estimulador de autoengaño. Se ha construido un relato de éxito de tintes mesiánicos que exporta a diario acompañado de aderezos maniqueos en los que el PP aparece como el enemigo público número uno. De hecho, su portavoz Pilar Alegría ha tildado al grupo de Alberto Núñez Feijóo como el único partido que está fuera de la Constitución. El presidente del Gobierno ha dedicado más tiempo a atacar a los populares en sus comparecencias de estos últimos meses que en ponderar sus hitos. Ayer, mismo, en su carta a la militancia, reincidió en ese guion de belicosidad contra la oposición y su líder, al que ha tachado prácticamente de todo. Esta obsesión casi compulsiva parece más un signo de fragilidad que de fortaleza y de convencimiento de que las cosas marchan tan bien como lo expresan en público. No encaja en el canon político que un gobierno de éxito, que cuente con el favor mayoritario de los ciudadanos, dedique una parte abrumadora de su tiempo a arremeter contra un rival presuntamente doblegado. Obviamente, será que la realidad que manifiesta Tezanos resulta un embeleco pagado con el dinero de todos al servicio del partido en el que milita y de su jefe. Sánchez se ha pronunciado en estos últimos días de zafarrancho legislativo orquestado por La Moncloa contra principios de la convivencia y pilares de la democracia acerca de su seguridad en que el electorado respalda sus decisiones. Realmente, hace tiempo que el presidente perdió la conexión con la calle y no parece que tampoco le preocupé. Su prioridad ha sido otra, garantizarse la supervivencia y el futuro de la legislatura. En sus horas de acometida contra el poder judicial y el Tribunal Constitucional reivindicó le hegemonía de la soberanía popular, que se adjudicó, pero ni él es el sujeto de la soberanía nacional ni la gente empatiza con una ejecutoria que ha empeorado claramente sus condiciones de vida. La encuesta de NC Report, que hoy publica LA RAZÓN en su primera entrega a modo de balance en el fin de año, recoge una preocupación general por la crispación en la vida institucional y una frontal contestación a las concesiones de Sánchez a sus socios separatistas en materias de sedición y malversación. Debería preocuparle el impacto y el descontento en el votante socialista, con seis de cada diez en contra de ese desarme de la Constitución en favor de golpistas y corruptos, y cuatro de cada diez admitiendo la posibilidad de dejar de apoyar al PSOE en las urnas. Que un gobernante se desvincule de los gobernados es un error, que legisle mientras los ignora resulta una imprudencia y que lo haga contra su parecer es una sentencia que acaba pagando en la noche electoral.
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