Editorial

Feijóo y el cebo de la oposición responsable

Detrás de todo, estaba el dilema al que se enfrentaba Feijóo: plantar al presidente o correr el riesgo de dejarse instrumentalizar por una propaganda que ha demostrado su eficacia.

Pleno sobre la Ley de Amnistia. Alberto Nuñez Feijoo. © Jesús G. Feria.
Pleno sobre la Ley de Amnistia. Alberto Nuñez Feijoo.© Jesús G. Feria.Jesus G. FeriaFotógrafos

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, ha aceptado mantener una reunión con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que, a nuestro juicio, sólo tiene la virtud de que se celebrará en el Parlamento, la sede de la soberanía nacional, y con un orden del día previamente establecido. A partir de ahí, la opinión pública no debería caer en demasiadas expectativas de un cambio en el actual tono de enfrentamiento entre los líderes de las dos principales formaciones políticas nacionales, entre otras razones, porque el dirigente socialista ya ha dicho por activa y por pasiva que pretende agotar la legislatura de la mano de los grupos nacionalistas que respaldaron su investidura.

De hecho, no se entiende la insistencia de Sánchez en reunirse con Feijóo, cuando el secretario general socialista mantiene la legitimidad de la amnistía a los golpistas catalanes y adelanta que su intención es mantener varias entrevistas con los dirigentes de ERC y Junts, incluso, fuera del territorio nacional, como parte de los compromisos adquiridos.

Es evidente que ninguno de los acuerdos pactados entre La Moncloa y Waterloo pueden ser admitidos por la oposición del centro derecha y, sinceramente, esperamos que, en sus ensoñaciones, Sánchez no considere que puede hacer cambiar de opinión a quien viene advirtiendo de la peligrosa deriva gubernamental y su colusión con los independentistas, y no, precisamente, con palabras menores. La única explicación posible es que La Moncloa haya calculado los beneficios políticos de hacerse una fotografía entre el presidente y el jefe de la oposición, que normalice ante la población una situación tan anómala como la que vive España, por más que sea dudosa su utilidad.

En realidad, subyace en la estrategia gubernamental la idea-trampa de que el líder popular está obligado a hacer una oposición responsable, entendida como la aceptación de que la legitimidad de origen del Gobierno, surgido de una mayoría parlamentaria suficiente, implica la de su ejercicio, cuando no es así. El propio orden del día que el líder popular ha planteado para la reunión, con la amnistía, los acuerdos bajo supervisión internacional entre el PSOE y los nacionalistas catalanes, la financiación asimétrica de las comunidades autónomas, la independencia del Poder Judicial y, en definitiva, la exigencia de que se mantenga el principio de igualdad entre todos los españoles, abona al pesimismo. Detrás de todo, estaba el dilema al que se enfrentaba Núñez Feijóo –plantar al presidente o correr el riesgo de dejarse instrumentalizar por una propaganda que ha demostrado su eficacia–, cuya resolución no era fácil.

Creemos que se ha tomado, desde el posibilismo, la mejor solución, que es la de plantear directamente al jefe del Gobierno las sombras de su gestión, como ya se hace desde el Parlamento.