Editorial
Un Gobierno con los Presupuestos en el aire
En otros tiempos, el fracaso con los PGE llevaba a la disolución de las Cortes y al adelanto electoral.
Una de las anomalías más significativas de la coyuntura política actual, la que conforman los gobiernos de Pedro Sánchez, es la tranquilidad pasmosa con la que se acepta la imposibilidad de aprobar en tiempo y forma los Presupuestos Generales del Estado (PGE), que no sólo son el principal instrumento de la política económica del Ejecutivo, sino, también, una de las funciones esenciales de la representación parlamentaria.
En otros tiempos, el fracaso con los PGE llevaba a la disolución de las Cortes y al adelanto electoral, pero tras la experiencia inicial del sanchismo, que gobernó sus dos primeros ejercicios prorrogando los últimos Presupuestos de Mariano Rajoy y Cristóbal Montoro, esos tiempos parecen idos para siempre. Y basta cualquier excusa, como fue el adelanto electoral en Cataluña, motivado, precisamente, por el fracaso a la hora de sacar adelante las cuentas pública regionales, para decretar la prórroga, poniendo de manifiesto la debilidad de un Ejecutivo, demasiado exigido por el mosaico de partidos que sustentan la mayoría de investidura, que no de legislatura.
De ahí, que podamos considerar un brindis al sol o una fuga de la realidad que los portavoces gubernamentales anuncien a bombo y platillo que se ha puesto en marcha el proceso de elaboración de las cuentas del Estado para 2025 el mismo día en el que sus «socios» de Junts han votado en la diputación permanente del Congreso a favor de las propuestas de comparecencia del Partido Popular, es decir, en contra de las posiciones del Gobierno.
No es, por supuesto, la primera vez que la formación de Carles Puigdemont se une a la oposición –ya impidieron a Pedro Sánchez aprobar la senda de estabilidad presupuestaria y la reforma de la Ley de Extranjería– y no parece que la situación vaya a cambiar, al menos, hasta que se resuelvan definitivamente los flecos sueltos de la ley de amnistía.
De hecho, en el propio entorno de La Moncloa se admite la probabilidad de una nueva prórroga presupuestaria, que sería la cuarta en el haber de Pedro Sánchez –otro hito del «gobierno más eficaz de la historia democrática española»–, dados lo perentorio de los plazos legales y su coincidencia con los procesos internos de renovación de Junts y ERC, que se desarrollarán a partir del próximo otoño y que, sin duda, van a condicionar sus relaciones con el Ejecutivo central. Aun así, el relato de los gubernamentales no puede ser más optimista, puesto que en su ficción los actuales Presupuestos, los prorrogados de 2023, son perfectamente válidos porque son «expansivos en el gasto social» y ajustados al proyecto político progresista.
Que desde la Unión Europea se nos recuerda la necesidad de proceder a una revisión del déficit público o que los nubarrones económicos persistan son hechos que carecen de la menor importancia para el modus operandi del sanchismo.
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