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Cordón sanitario contra Le Pen

Cordón sanitario contra Le Pen
Cordón sanitario contra Le Penlarazon

La líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, se ha vuelto a adjudicar un nuevo éxito electoral: la victoria en la primera vuelta de las elecciones regionales con un 30% y seis millones de votos. Una proeza para un partido fundado en 1972 por su padre y que hasta mediados de los años ochenta no era más que una formación marginal a la que votaban los nostálgicos del régimen de Vichy y de la Argelia francesa.

Pero el verdadero éxito de Marine ha sido conseguir la paulatina normalización del FN entre los francesas, que empiezan a verlo como un partido más y, sobre todo, una válvula de escape para castigar al bipartidismo reinante (Partido Socialista y Los Republicanos). La expulsión del octogenario Jean Marie Le Pen de la presidencia honoraria del partido en abril buscaba, precisamente, eso, desestigmatizar al Frente Nacional de su rancio tufillo fascistoide y antisemita. Aprovechando el estado de emergencia, la ultraderecha francesa no ha dejado de sacudir el espantajo de la islamofobia para pescar votos en un país traumatizado por los atentados de París del 13 de noviembre. Marine Le Pen sabe que sólo cuando el FN sea percibido como un partidos más del “establishment” podrá competir con opciones reales de ganar en las presidenciales de 2017. Según el barómetro anual de TNS Sofres, encargado por “Le Monde”, FranceFrance Info y Canal Plus, hace diez años, tres de cada cuatro franceses pensaban que el Frente Nacional era un peligro para la democracia, mientras que actualmente la proporción bajó a uno de cada dos.

Entretanto, a seis meses de que los franceses elijan al presidente de la República, Le Pen quiere dar la batalla en las regionales para que sus dirigentes puedan por primera vez gestionar una administración importante. Es decir, marcar el estilo patriótico de gobernar de los ultras: Francia antes que Europa.

Sin embargo, la marea “blue marine” que ambiciona el Frente Nacional quedará en un mero oleaje gracias al cordón sanitario del resto de formaciones políticas. Especialmente, gracias a la decidida voluntad del Partido Socialista, que tras una nueva debacle en las unras, ha decidido retirar a sus candidatos en aquellas regiones donde fueron la tercera fuerza más votada (Norte-Paso de Calais-Picardía, Provenza-Alpes-Costa Azul y Alsacia-Lorena-Champagna-Árdenas). Así, la derecha del ex presidente Nicolas Sarkozy se beneficiará de unos votos prestados para parar a la extrema derecha sin haber hecho nada a cambio. “Sarko” se ha negado a fusionar sus listas con la izquierda pese a las peticiones públicas de algunos líderes de sus partidos y de sus socios centristas. Su “ni-ni” (ni ultras ni socialistas) puede complicarle aún más su ambicionada vuelta al Elíseo.

Con todo, aunque la democracia francesa pueda salvar los muebles este domingo y frenar el imparable empuje del Frente Nacional, la lepenización de las almas avanza incansablemente. De no remediarlo, Le Pen hija seguirá los pasos de su padre y pasará a la segunda vuelta de las presidenciales en 2017. Pero en esta ocasión, a diferencia de lo que ocurrió en 2002, se trataría de una profecía autocumplida.

pgarcia@larazon.es