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Estreno

«El hobbit. la desolación de Smaug»: Nada nuevo bajo el sol de Tierra Media

Director: Peter Jackson. Guión: Fran Walsh, Philippa Boyens. Intérpretes: Ian McKellen, Martin Freeman, Richard Armitage. EE UU /Nueva Zelanda, 2013. Duración: 160 minutos. Fantástico.

La Razón
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Parece que Peter Jackson decidió ser director de cine para llevar a la gran pantalla una y otra vez la exuberancia, el ingenio, la oscura complejidad del universo tolkiano.

En realidad, tal parece que Peter Jackson decidió ser director de cine para llevar a la gran pantalla una y otra vez la exuberancia, el ingenio, la oscura complejidad del universo tolkiano. Y por ello, a la vista además de las nada desdeñables recaudaciones obtenidas en medio mundo, sigue exprimiendo como a una sabrosa naranja su novela «El hobbit», ahora en esta segunda entrega que casi termina con un continuará... Concretamente, el año próximo, que aterriza la tercera. Nada nuevo bajo el sol de esa tierra extraña; de hecho, el filme posee de nuevo visualmente la misma sobria textura y mantiene casi idénticos juegos de sobrias tonalidades mientras nos muestra la valentía de los enanos, de Bilbo (con un anillo en el bolsillo), de Gandalf, de Thorin Escudo de Roble, para reclamar la Montaña Solitaria y el Reino Perdido de Erebor. Hay un magnífico bosque encantado en el que reinan unas enormes, peligrosas arañas (y unas escenas que quizá pretenden homenajear las cintas de ciencia ficción realizadas en los años 50, nada raro tratándose de Jackson), mucha acción buena, un dragón, Smaug, que habla y escupe fuego sobre toneladas de oro, algún momento de limpio y suave gore (igualmente, el autor de «Mal gusto» no lo puede remediar), elfos peligrosos y otros no tanto y, claro, orcos aterradores. Una pena que la película, en 3D como mandan los cánones, dure dos horas y media bastante largas y que no pueda evitar por ello ciertos desmayos en cuanto al ritmo entre medias, y, tampoco, una molesta sensación de «dejà vu». A lo mejor es que, salvo los acérrimos fans del escritor, nos vamos empachando ya de tanto hobbit por muy impecable que sea la producción. Que lo es, conste en acta. Jackson, ese gran, obsesivo y dorado perfeccionista.