Teatro
El manifiesto ácrata
Autor: David Mamet. Versión y dirección: José Pascual. Reparto: Magüi Mira, Ana Wagener. Teatro Español (Sala pequeña). Madrid.
En uno de sus libros más interesantes, «Manifiesto», el director y dramaturgo norteamericano David Mamet plasmó su idea del actor y algunas destructivas reflexiones en torno al «método». Sin duda, Mamet es hombre de manifiestos; a veces le salen atronadores, divertidos o inquietantes, pero, en cualquier caso, fluidos. Ahí están «Glengarry Glen Ross» o «El búfalo americano». En éstas y otras, el mensaje está armado en un edificio teatral de altura. Luego están los otros manifiestos, como «La anarquista», obra estrenada en 2012 que llega a Madrid dirigida de forma discreta por José Pascual: un escenario adusto, un escritorio y dos actrices, punto. Esta otra clase carga de frente para plantear conflictos socio-políticos, éticos o religiosos, sin que lo teatral importe demasiado: son pugnas dialécticas entre posturas antagónicas. Es lo que le pesa a este encuentro carcelario entre una vieja anarquista recluida por unos asesinatos lejanos y aparentemente apaciguada por la religión, y la funcionaria que podría firmar su libertad, pero que cree que aún es una amenaza. Mamet se sitúa entre ambas posturas, aunque se le ve la vena ácrata: no defiende los actos revolucionarios pero le revienta el orden establecido. Los papeles sociales, la función de la cárcel –reinserción frente a represión–, el poder delegado en el Estado, la redención por la fe y, sobre todo, la legitimidad de determinados actos de fuerza –los del anarquismo o los del terrorismo, presente de forma implícita, pero también los del sistema– se suceden en un breve pero reiterativo ping pong de ideas en el que hay poco teatro y mucha teoría. Con todo, Magüi Mira y Ana Wagener recrean con notables matices, como las sólidas actrices que son, a sus respectivas presa y carcelera en una obra de ideas en la que no faltan reflexiones apasionantes.
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