«El payaso»: más difícil todavía

A veces pasa: una película intimista y modesta arrastra a a la masa al cine. Que se lo digan a los productores de «El payaso», que después de filmar un guión sobre un circo familiar en las últimas durante la década de los 70, convocaron a millón y medio de espectadores en las salas cariocas. Con toques surrealistas y mucho interés por los pequeños detalles, el guión se esfuerza en mostrar que el entusiasmo que despierta la caravana en los pequeños de los pueblos es inversamente proporcional al dinero que dejan sus padres en taquilla. Para Selton Mello, director y protagonista de la película, filmar bajo la lona le permitió «hablar sobre la identidad de una forma poética. Todas las personas se pueden sentir conectadas, pues plantea un dilema universal: debo seguir en lo que hago o me dedico a otra cosa». Ese es el mayor dilema del protagonista, cuyo mayor sueño material es un ventilador, eso puede dar idea de lo que le cuesta estirar las ganancias para repartir el sueldo a toda la compañía.

Mello no quiso hablar de oídas, así que «realicé una investigación sobre el circo durante más de un año, practiqué gags visuales con uno de los mejores payasos de mi país y ahí me di cuenta de que, en la vida real, sería un pésimo clown». A pesar de que los mejores números circenses del filme son los que protagoniza junto a su padre en la ficción, Paulo José. Aun así, el realizador insiste en que la fábula tiene un valor más amplio: «Probablemente le hubiera pasado lo mismo de tener un padre médico», subraya.

Aunque en este lado del océano resulten desconocidos, el reparto es otro de los grandes aciertos del título. Según lo define el director, se trata de «un mix de grandes talentos brasileños, pues Paulo José es uno de los actores históricos de Brasil, que ha protagonizado los títulos más conocidos. Mientras que otros son enormes actores de teatro, pero que nunca habían hecho una película».