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Pragmatismo frente a demagogia
Sólo Sáenz de Santamaría y Rivera afinaron sus propuestas. Naufragio numérico de Iglesias.
Hoy en día no se puede entrar en un debate sin saber de economía. Primero, porque es uno de los temas que más preocupa y donde la demagogia está de más. El candidato de Podemos, Pablo Iglesias, es un buen ejemplo. Estuvo desaparecido en un terreno donde ninguno de los intervinientes es un experto.
Los únicos vencedores del debate económico fueron el PP y C’s. Ambos plantearon propuestas complementarias ante las cuales ni el PSOE ni Podemos lograron arrancar nada. Tanto Sáenz de Santamaría como Albert Rivera podían haberse comido a sus contrincantes si hubieran sido más incisivos y precisos. Rivera cometió un error de bulto al poner como ejemplo de su mundo ideal a Dinamarca, uno de los países con mayor presión fiscal. Sin embargo, nadie supo atacarle ante esa referencia.
Rivera tampoco logró defender su propuesta en favor de un contrato único ante los ataques del candidato del PSOE, Pedro Sánchez. La vicepresidenta estuvo temerosa a la hora de defender la reforma laboral, uno de los activos del Gobierno. Le faltó contundencia a la hora de enarbolar la bandera de las reformas aunque, por contra, estuvo incisiva cuando el resto de los contendientes dibujaban un «reino de Jauja» en el que el dinero se maneja por prestidigitadores que no explican de dónde recortar para que las cuentas cuadren. El recurso de la recurrente recaudación multimillonaria en la lucha contra el fraude fiscal es demasiado fácil como para resultar creíble.
La conclusión es que dos de los contrincantes han preferido el pragmatismo y otros dos han optado por la demagogia pura y dura. Del 1 al 10, aprobado alto para Sáenz de Santamaría y Rivera. Apenas un 2 para Sánchez, incapaz de rascar nada, y un muy deficiente para Iglesias. Se confirma que Podemos tiene alergia a los números. A la realidad.
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