Elecciones generales

Rajoy o el ritmo de la renovación del PP

Si puede gobernar, el presidente podrá gestionar con tranquilidad su relevo: éstas son sus últimas elecciones

Un militante ayer en la sede del PP en Santander sigue la comparecencia de Santamaría para dar a conocer los resultados electorales
Un militante ayer en la sede del PP en Santander sigue la comparecencia de Santamaría para dar a conocer los resultados electoraleslarazon

Éstas han sido las últimas elecciones a las que se presenta Mariano Rajoy como candidato del PP. Es su cuarta vez, perdió las de 2004 y las de 2008, y consiguió la mayoría absoluta más amplia en democracia contra Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011. En esta campaña, ya en la recta final, en una conversación con este periódico prefirió dejar su futuro político en el aire ante la pregunta de si tenía previsto aplicarse el límite de los ocho años de mandato en el caso de que volviera a ganar las elecciones generales y pudiera gobernar. O dimitir, si no gobernaba. Entendió que no era el momento de dejar el titular en el fragor de la lucha por el voto.

Pero tanto el líder del PP como su partido son plenamente conscientes de que estas elecciones abren una etapa que les llevará a definir un nuevo liderazgo. Los tiempos de ese cambio los decide el resultado, que Rajoy mantenga o no el poder. Si la victoria de anoche se traduce en un nuevo Gobierno, más o menos estable, el presidente tendrá por delante toda la Legislatura para organizar su sucesión y para preparar a su partido para una nueva etapa con el interrogante, a modo de presión, de en qué queda la ruptura con el ex presidente José María Aznar. Pero ya antes de las elecciones en el PP asumían que la pérdida del poder les llevaría de cabeza a un proceso de catarsis que comenzaría en el Congreso Nacional que celebrarán a principios de año, y en el que en esas duras circunstancias los «avisos» de Aznar estarían de cuerpo presente.

Ese cónclave trae anotado en su agenda desde la Conferencia Política de julio una reforma de los Estatutos de la organización para ampliar el proceso de participación de los militantes en la elección directa de los presidentes regionales y nacional, y además, a su vez, del candidato a la Presidencia del Gobierno . Y para analizar otras cuestiones de orden interno como el debate sobre la limitación de mandatos.

Rajoy ha conseguido aguantar el golpe de las consecuencias electorales de la gestión de la crisis. Pero puede ser insuficiente para garantizarse su supervivencia. Anoche, mientras esperaba el recuento electoral, tenía muy en cuenta que se le iba a medir por el número de diputados, y no superar los 130 escaños no aligeraba la gestión de la situación a partir de hoy, y de la distancia que obtuviera sobre la segunda opción electoral. Evidentemente ha sido alto el coste de gobernar la crisis y de la corrupción que le ha estallado al PP en los últimos años, pero Rajoy está en condiciones de reivindicar su derecho a formar Gobierno. Y eso es lo primero que hizo.

El presidente del Gobierno se jugaba anoche la estabilidad de su partido y su futuro al frente del mismo. Pero las elecciones también eran un examen a su gestión económica y a su mensaje sobre la recuperación económica. La situación extrema en la que llegó al Gobierno le obligó a concentrar todas las energías de la acción de su Gabinete en taponar los agujeros y en reactivar la economía. Y su decisión personal de fiarlo todo a esta carta en la batalla electoral convirtieron también las elecciones en un examen personal sobre su apuesta. Si se confirmase la posibilidad de tener un nuevo mandato, esto le concedería tiempo para intentar concluir la puesta en marcha del programa electoral que no pudo ejecutar en la Legislatura que termina y para borrar el alto coste que ha sufrido el PP, y el presidente en su imagen, por los casos de corrupción que han afectado a su partido. Una última oportunidad para reivindicarse a sí mismo y para gestionar el «cambio» en el PP con tranquilidad. Para conseguirlo desde hoy mismo tendrá que empezar a administrar con buena mano el diálogo y la negociación para sacar con éxito su investidura y la conformación de un Gobierno estable. Rajoy tendrá que demostrar ahora su capacidad para forjar pactos. Enfrente tiene una bancada con más predisposición de partida a decirle que «no» a todo que a pactar el «sí».