Elecciones Generales 2016

PP y C’s suman 13 escaños más que PSOE y Podemos

Ambas formaciones aglutinan 169 escaños, a sólo siete de la mayoría absoluta necesaria en la primera votación. A Rajoy le haría falta que el PSOE se abstuviera o el apoyo de Rivera y CC con abstención de Convergència y PNV en segunda ronda

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Ambas formaciones aglutinan 169 escaños, a sólo siete de la mayoría absoluta necesaria en la primera votación. A Rajoy le haría falta que el PSOE se abstuviera o el apoyo de Rivera y CC con abstención de Convergència y PNV en segunda ronda

Seis meses después del 20-D, la fragmentación del voto de los españoles empuja de nuevo a los grandes partidos a pactar. El PP, otra vez el partido más votado (amplía notablemente su distancia con el segundo, un PSOE que se queda muy lejos, a 52 escaños de diferencia) sale fortalecido de las urnas, pero sin embargo, sus 137 diputados (14 más que en diciembre del pasado año, la mayoría a costa de Ciudadanos) no le garantizan gobernar. Sumados sus parlamentarios a los del partido de Rivera (32), ambos acumulan 169 frente a los 156 de PSOE y Unidos Podemos, cuya alianza con Izquierda Unida (IU) sólo le ha servido para alcanzar idéntica cosecha de la que obtuvieron por separado hace seis meses (71 diputados), muy lejos de las expectativas de la coalición de izquierdas, que pasaban por superar en votos y en escaños a los socialistas. Ése es el único consuelo que deja la noche electoral para el PSOE, que obtiene peores resultados que nunca (pasa de 90 a 85 diputados). Sánchez tiene el dudoso honor de haber conseguido en seis meses las dos peores cosechas electorales del socialismo español.

Como gran vencedor de las elecciones en votos y escaños, Rajoy debería dar el primer paso para conseguir su investidura. Pero ¿qué apoyos necesita el presidente del Gobierno en funciones para repetir en la Moncloa? En primer lugar, convencer a Ciudadanos, cuyo líder, Albert Rivera, ha insistido durante la campaña en que no contribuiría con sus votos a mantener al líder del PP al frente de la presidencia del Gobierno. Pero los 169 diputados de ambas formaciones no suman, en todo caso, la mayoría absoluta necesaria (176) para una investidura en primera votación, dado que la abstención del PSOE se antoja improbable.

En segunda ronda, cuando únicamente se requieren más votos afirmativos que negativos, a Rajoy le bastaría el respaldo de CC (1) y la abstención de los cinco diputados de PNV y los 8 de Convergència –complicada misión, pues Francesc Homs se apresuró a aclarar ayer que CDC está dispuesta a «echar» al PP de la Moncloa– para conseguir el apoyo expreso de 170 diputados frente a los 167 que votarían en contra en ese supuesto (además de PSOE e Unidos Podemos, los nueve parlamentarios de ERC y los dos de EH-Bildu). Y es que si los nacionalistas catalanes o vascos también votaran en contra, la investidura de Rajoy sería imposible.

Por contra, si, como sucedió tras las elecciones de diciembre pasado, Pedro Sánchez diera un paso al frente para intentar su investidura como fuerza más votada de la izquierda (pese a haber perdido cinco escaños respecto al hasta ayer peor resultado electoral socialista, el del 20-D), no sólo tendría que unir fuerzas con Unidos Podemos.

Los 156 diputados que acumulan ambas fuerzas políticas están muy lejos de esos 176 de la mayoría absoluta. Descartado un posible apoyo de Ciudadanos (Rivera ha recalcaldo hasta la saciedad que jamás apoyará un Gobierno con Podemos), a Sánchez le haría falta convencer al arco parlamentario nacionalista (ERC, Convergéncia y PNV) para conseguir su investidura en primera votación.

Para una hipotética segunda vuelta en la que PP y Ciudadanos votaran en contra (169), el líder del PSOE tendría que conseguir al menos un voto más. Para ello, a Sánchez no le resultarían suficientes los respaldos de los 71 escaños de Unidos Podemos, de los nacionalistas de Convergència (8) y PNV (5), y necesitaría además el diputado de Coalición Canaria para llegar a los 170 votos a favor. Como no parece que vaya a requerir el sí de ERC o Bildu, al candidato socialista le quedaría la opción de buscar la alianza con Ciudadanos, una labor casi imposible dado que Rivera no quiere ser, como se ha apuntado, compañero de viaje de Iglesias.

Con esta aritmética, la sopa de números que arroja este 26-J mantiene a priori la investidura de cualquier candidato en primera ronda casi como una quimera. Un escenario que obliga a trasladar las quinielas a la segunda vuelta.

Tras el 20-D y la renuncia de Rajoy a promover su candidatura a la investidura por falta de apoyos suficientes, Sánchez saltó al ruedo, tras el apretón de manos con Rivera, pese a ser consciente de que sus posibilidades de conseguir el apoyo de la Cámara eran prácticamente nulas.

Como suele suceder tras un resultado electoral tan incierto, los líderes de los partidos políticos son deudores de sus palabras. Seis meses de provisionalidad política han sido suficientes para que todos ellos asuman públicamente la necesidad de buscar acuerdos, de apostar por pactos, cesiones y concesiones... Pero, a la hora de la verdad, quien más quien menos ha mantenido sus líneas rojas. El PP, legitimado por su condición de lista más votada y con 14 escaños más no quiere ni oír hablar del cambio de líder que le reclama Ciudadanos. Sánchez, por su parte, se ha mostrado decidido a presentarse a la investidura si obtenía un sólo escaño más que Unidos Podemos, pero cerró la puerta a investir presidente a Pablo Iglesias.

La última palabra, como siempre, la han tenido las urnas. Ahora, de nuevo, es tiempo de pactos.