Elecciones autonómicas

En pista para desbloquear España

El político vasco afronta un reto crucial: sabe que del resultado que obtenga depende que el PNV incline la balanza para desatascar el Gobierno de España y que agonice el liderazgo de Sánchez en manos de sus críticos.

En pista para desbloquear España
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El político vasco afronta un reto crucial: sabe que del resultado que obtenga depende que el PNV incline la balanza para desatascar el Gobierno de España y que agonice el liderazgo de Sánchez en manos de sus críticos.

Aporta un soplo de aire fresco ante la rancia política del PNV, la izquierda radical abertzale de EH Bildu con Podemos, y la impresentable ambigüedad de un socialismo que amenaza con dejar al histórico Partido Socialista de Euskadi en los huesos. Alfonso Alonso Aranegui sabe que afronta un reto enorme en busca de un perfil propio, sociológico y político, para el PP en el País Vasco. Un partido que se defendió con coraje bajo el liderazgo de Jaime Mayor Oreja, Carlos Iturgaiz, María San Gil y Antonio Basagoiti, pero cuya renovación ha pasado por muchos y profundos altibajos. Alonso pertenece a otra generación en la que se integran nombres como Javier Maroto, Iñaki Oyarzábal o Borja Semper, que defienden su triple identidad de vascos, españoles y europeos con un discurso más centrista y moderado. De su resultado depende que el PNV incline la balanza para desatascar el gobierno de España y que la etapa de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE agonice finalmente en manos de sus críticos.

Nunca ha tenido reparos en admitirlo: es un «Sorayo» puro. Desde que una tarde del año 2007 ella le llamó a Vitoria para ofrecerle trabajar a su vera en el Grupo parlamentario popular del Congreso, Alfonso Alonso Aranegui se convirtió en mano derecha de la hoy vicepresidenta del Gobierno. Había sido un magnífico alcalde de la ciudad alavesa, reconocido por las urnas y los vecinos, pero un pacto de los socialistas y el PNV se la arrebató. Fue entonces cuando Soraya Sáenz de Santamaría pensó en este político vasco de pedigrí para traerle a Madrid. Trabajaron mano a mano en la oposición, la sustituyó como portavoz parlamentario del PP en la Cámara Baja y se ganó la confianza de Mariano Rajoy para ser ministro de Sanidad. Ahora ha vuelto a Euskadi con un mensaje de renovación frente a tanto líder de vetusto nacionalismo, un Partido Socialista prácticamente inexistente y una izquierda radical dividida entre los rescoldos etarras de EH Bildu, Arnaldo Otegui y la irrupción de Podemos.

El linaje vasco corre por sus venas. Nació en una influyente familia de Vitoria, su abuelo materno fue presidente de la Diputación de Álava y parte de su familia procede de San Sebastián. Sobrino-nieto de tenistas emblemáticos como José María y Manuel Alonso Areyzaga, su padre, Ramón Alonso Verástegui, fue un pintor reconocido. Culto e ilustrado, se licenció en Filología Románica y Derecho, ejerciendo como abogado hasta que el alavés José Ángel Cuerda le tentó para la política. Entró en el PP y fue el alcalde más votado en Vitoria-Gasteiz. Los cambios en el partido y la dimisión de Arantxa Quiroga le auparon a la presidencia del PP en el País Vasco y la entrada en el Gobierno tras la salida de Ana Mato como ministra de Sanidad. Aquí logró pacificar un sector muy complicado con una labor abierta.

De total confianza de Soraya Sáenz de Santamaría, pero también de Mariano Rajoy, su nombre estaba cantado como aspirante a lendakari. Logró cerrar profundas heridas en el PP vasco tras la marcha de Jaime Mayor Oreja, María San Gil, Antonio Basagoiti o Arantxa Quiroga. Con su delgada silueta, aguileña nariz y afilada voz, este filólogo cuida las palabras y practica el diálogo. «Es el caballero de la limpia figura», dicen algunos de sus compañeros en similitud con su físico. En su etapa como portavoz en el Congreso se ganó el respeto de otros grupos parlamentarios y se convirtió en un perfecto enlace entre el Gobierno y el Congreso. Siempre leal a la vicepresidenta, Alonso aterrizó en Sanidad tras una controvertida gestión de Ana Mato, forzada a dimitir por su vinculación con la «trama Gürtel», y calmó los ánimos con las comunidades autónomas, en un ministerio con casi todas las competencias transferidas, pero polémico frente a los servicios sanitarios y farmacéuticos.

Casado y padre de cuatro hijos, es un hombre tímido y apasionado de la lectura. Su formación profesional le lleva a leer todas las noches a los clásicos en latín o griego, lenguas que domina, para disfrutar con Homero, Virgilio, Platón y tantos otros. Cuando puede, le gusta escaparse a las playas donostiarras y montar en bicicleta con sus hijos por los parajes vascos. Nadie puede negarle su profundo vasquismo de generaciones antiguas y su política a pie de calle, vecino a vecino, cuando fue alcalde de Vitoria. Como aspirante a lendakari aporta un viento renovado muy necesario, tras dejar un buen recuerdo en Sanidad. Alfonso Alonso es un candidato sensato y saludable. Pero sobre todo, si logra sacar un solo escaño al Partido Socialista de Euskadi se convertirá en la baza necesaria para el PNV y estará en pista de salida para desbloquear el gobierno de España. Éste es gran su desafío, difícil pero no imposible.