El personaje

Carles Puigdemont: expresidente de la Generalitat y prófugo de la Justicia: Mesías errante del «procés»

El fugitivo observa con regocijo desafiante cómo se ha convertido en el centro de todos los focos

Puigdemont
PuigdemontIlustraciónPlatón

«Un día ordenan mi detención y al siguiente soy decisivo». Así se expresa en su entorno cercano el expresidente de La Generalitat, Carles Puigdemont. En medio de un galimatías jurídico bajo la lupa del juez Pablo Llarena, el fugitivo observa con regocijo desafiante cómo se ha convertido en el centro de todos los focos, y más aún con el recuento de los votos de residentes en el extranjero que otorgan un escaño al PP y exigen el voto afirmativo de JuntsxCat a la investidura de Pedro Sánchez. Todo un escándalo, algo inédito en cualquier país democrático que la gobernabilidad de España quede en manos de un prófugo de la justicia, quien desde aquel mes de octubre de 2017 en que huyó a Bélgica no ha dejado de ser un grano en el escenario político. Cuando parecía estar en su momento más bajo, con la inmunidad parlamentaria recurrida ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), cuya decisión espera el magistrado Llarena para activar la euroorden que facilitaría su entrega a España, una carambola electoral le coloca al frente de la balanza. Y, sabedor de su fuerza en la negociación con el PSOE, «El Puchi» sube el tono y lanza de nuevo su eterno chantaje al Estado y que pasa por exigir la amnistía y la autodeterminación.

Mientras el nombre de Puigdemont acaparaba portadas en todos los medios y la Fiscalía pedía su detención, algo sobre lo que el juez Llarena todavía no moverá ficha hasta conocer la decisión final del TJUE, el ex presidente prófugo almorzaba tranquilamente el pasado martes en la cafetería del Parlamento Europeo. Acompañado por dos leales instalados en su corte de Waterloo, en mangas de camisa degustaba un frugal refrigerio en una bandeja y miraba con deleite la prensa española e internacional.

[[H3:«El partido será largo»]]

Fuentes de su entorno indican que Puigdemont ha pedido calma: «El partido será largo», comenta a los dirigentes de JuntsxCat, partido que se divide entre dos almas: la más pragmática liderada por el secretario general, Jordi Turull, y el fallido alcalde de Barcelona, Xavier Trías, partidarios de una negociación muy dura al principio, pero con visas de acuerdo con los socialistas, y la radical encabezada por Laura Borrás y la portavoz en el nuevo Congreso, Miriám Nogueras, decididas a no renunciar a los postulados de amnistía y referéndum de autodeterminación, sin cabida en la Constitución.

«Las presiones serán enormes» avisó Turull en la última Ejecutiva de JuntsxCat, dónde aseguró que Puigdemont no tiene prisa y quiere manejar los tiempos. El escaño obtenido por el PP tras los votos del Cera complica mucho el escenario. Según fuentes de su entorno, el expresidente se propone con calma explorar el terreno y, pese a que desde el PSOE se asegura que ya ha habido contactos con suma discreción, en el círculo de Puigdemont matizan que ellos ni siquiera han designado negociadores. A «la ventana de la oportunidad», en palabras de Jordi Turull, le queda mucho recorrido, con un tira y afloja agotador.

Al margen de la posible investidura o no de Pedro Sánchez, el fugitivo quiere aprovechar el momento para liderar de nuevo la hoja de ruta del «procés», en una estrategia que debilite a su eterno adversario, Oriol Junqueras y Esquerra Republicana, con el horizonte puesto en las próximas elecciones catalanas. Carles Puigdemont vuelve a ser «el Mesías errante del procés».

Así, todo parece en reposo hasta el día 17 de agosto en que se constituyan las Cortes, las Mesas del Congreso y Senado, y los grupos parlamentarios. Tras esa fecha asistiremos a una subida de tono sin precedentes, sin olvidar la compleja situación jurídica de Carles Puigdemont. La última vista en el Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) para analizar su inmunidad fue muy tensa al denunciar el abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, el «trato vejatorio» a su defendido con vulneración de sus derechos bajo una auténtica persecución política.

 Un órdago en toda regla en el que el ex presidente de La Generalitat desafía a la justicia europea en un asalto final para intentar la anulación de la euroorden dictada por el juez Pablo Llarena, quien de momento no activará la euroorden hasta la decisión final del TJUE. Puigdemont observa con satisfacción el poder de sus siete diputados en el Congreso. ¿Hasta dónde estará dispuesto el fugitivo a ceder en sus pretensiones?. Y sobre todo, ¿Hasta dónde estará dispuesto a llegar Pedro Sánchez para mantener el poder?. Una situación sin precedentes en un país democrático, con un presidente en funciones claramente perdedor de las elecciones en manos de separatistas, bilduetarras y un prófugo de la justicia que tiene la llave final.

En medio de un pulso judicial sin precedentes entre el Tribunal Supremo español, la Abogacía del Estado y los Tribunales Europeos, «El Puchi» resurge de las cenizas como el ave fénix, se declara legítimo heredero del referéndum ilegal en detrimento de su rival ERC, y reivindica su Consell por la República como el verdadero Govern de Cataluña en el exilio. Desde su huida a Bélgica, instalado en su corte de Waterloo, no ha cesado de viajar por toda Europa amparado en su inmunidad parlamentaria, rechazada por el juez Pablo Llarena y ahora recurrida ante el TJUE. Frente a la división profunda entre JuntsxCat y Esquerra Republicana, ahora más que nunca, confía en sus expectativas políticas con la llave de sus siete diputados en el Congreso convencido de que, pase lo que pase, es de nuevo una dura piedra en los zapatos de Pedro Sánchez.