Tras la reflexión

Sánchez instala al PSOE en el «populismo»

Los socios lo ven «más débil y expuesto» mientras el partido se prepara para el «funeral». Los colaboradores del presidente consideran que la carta ha sido «un error mal calculado»

Manifestación en Ferraz en apoyo de Pedro Sánchez @Gonzalo Pérez Mata
Un momento de la manifestación en Ferraz en apoyo de Pedro Sánchez, el sábadoGonzalo Pérez Mata Fotógrafos

La carta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el comportamiento del partido en estas últimas horas marcan un antes y un después pase lo que pase tras el tiempo de reflexión que se dio el líder socialista para decidir si seguía o no en Moncloa por la investigación judicial a su mujer por un presunto delito de tráfico de influencias. El PSOE ha roto con la tradición socialdemócrata sistémica para derivar hacia un modelo de partido personalista, con un liderazgo tan acusado y cercano al cesarismo que no tiene precedente en los referentes europeos. Una mutación histórica, con respecto a su cultura más racional y mucho menos plebiscitaria de lo que se ha visto este fin de semana. Y el problema es que esta deriva tiene muy difícil marcha atrás para los futuros liderazgos del partido.

En un estado de ansiedad del que no recuerdan precedente en las filas socialistas, otro hito que se anticipa, con independencia del futuro de Sánchez, es que el PSOE sale «más débil y más expuesto» de esta «performance», tal y como coinciden los socios de investidura, de los que sigue dependiendo para mantenerse en el poder. Aunque desde la organización de la movilización de este fin de semana se presume de que han conseguido una exhibición de fuerza total, la realidad es que la concentración, que fue dirigida desde Madrid y protagonizada por la militancia que siempre ha sostenido a Sánchez, no se corresponde con las fuerzas reales del Partido Socialista. Ni orgánicamente –nadie ha podido salirse de la corrección política impuesta por el mando bajo una bandera tan populista como la del que «nos atacan»– ni tampoco en lo que toca a los «costaleros» de La Moncloa.

En ese sentido, las formaciones independentistas coinciden con los colaboradores del presidente en que la carta que escribió a la ciudadanía ha sido «un error mal calculado», al que los segundos han intentado buscar arreglo con sus presiones para convencerle de que siga, aunque ayer alentaban el funeral, mientras que los socios consideran que les deja un espacio más amplio para mantener abiertas sus presiones y subirlas al alza.

El PSOE se enfrenta a la encrucijada de las elecciones catalanas en apenas dos semanas y también a la de una debilidad parlamentaria que tiene muy difícil reversión, sea cual sea el resultado que cosechen en las urnas el 12M. Para intentar convencer a Sánchez de que no podía tirar por la borda todo el proyecto socialista, han apelado a ese personalismo que ha marcado la manera de hacer política del presidente, bajo una realidad que dice que las distintas opciones que abre la carta publicada en redes sociales está llena de dificultades.

Junts ya ha dejado claro que no apoyaría a Sánchez en una moción de confianza, y como han valorado en estas últimas horas, la dimisión implicaría negociar una nueva votación de investidura que los socios no pasarían por alto para desgastar todavía más al PSOE. Con la dimisión, todo el Gobierno cesa, aunque continúe en funciones, con la actual vicepresidenta primera, María Jesús Montero, como líder del Ejecutivo hasta la elección de uno nuevo. Todo ello, con la amnistía en pleno proceso de tramitación y con un escenario en Cataluña que apunta a un bloqueo que podría llevar incluso a una repetición electoral.

Los socios del PSOE estiman, al mismo tiempo, que el liderazgo de Sánchez también sale tocado de todo este proceso, incluso para afrontar la campaña de las elecciones catalanas, donde, antes de que saltara esta crisis, estaba previsto que fuera el ticket electoral junto con el exministro de Sanidad Salvador Illa. El desconcierto que ha generado el presidente del Gobierno en su propio partido, pero también en todo el arco político, se refleja en la afirmación que hacían ayer por la noche en el Ministerio de Economía: «Ni su equipo entiende a Sánchez».

Del «se queda», al «se va»

En ese estado de ansiedad en el que vive el PSOE desde que el pasado miércoles Sánchez anunció que se estaba pensando su dimisión, con la confirmación de que era un hombre profundamente enamorado de su mujer, tanto en su partido como entre quienes comparten con el presidente el viaje de esta legislatura han ido pasando del «se queda» al «se va» y al «se queda». Pero ayer era inevitable que sobrevolase la sensación de que aquello que se pretendía que hubiera sido un clamor multitudinario y una muestra masiva de fuerza por parte de los cuadros y de la militancia socialista para arropar a Sánchez se había ido transformando sin querer en una especie de funeral político anticipado.

Los organizadores de la movilización del sábado ante el cuartel general de la madrileña calle Ferraz son conscientes de que no fueron tantos, pese a que se habían puesto todos los medios del partido al servicio de esta movilización, ni tampoco pudieron evitar que, más que un acto de resistencia, el comité federal acabara convertido en una especie de homenaje a un presidente que se ha metido en un camino confuso y con un retorno cargado de consecuencias.