Decisivo

Sánchez liga el resultado del 9J a la causa judicial de su mujer

Aspira a quedar a «uno o dos escaños» del PP para desactivar el plebiscito de Feijóo y demostrar la resistencia del Gobierno

Fin de campaña del psoe a las europeas @Gonzalo Pérez Mata
Pedro Sánchez y la cabeza de lista socialista a las elecciones europeas, Teresa RiberaGonzalo Pérez Mata Fotógrafos

Pedro Sánchez arrancó la campaña imponiendo su marco, el que consideraba más beneficioso para los intereses gubernamentales, al compás de decisiones clave en política internacional como el choque diplomático con Javier Milei (identificado como su antagonista de ultraderecha), el reconocimiento del Estado Palestino o el paquete mil millonario de ayuda militar para Ucrania. También, en clave netamente europea, planteando los comicios como un nuevo plebiscito contra la extrema derecha, una fórmula que fue exitosa en las generales del 23 de julio y que permitió a los socialistas retener el poder, pese a no ganar las elecciones. Sin embargo, la cuestión doméstica lo ha acabado colonizando todo.

El marco ha cambiado abruptamente en la recta final. La causa que investiga la actividad profesional de la mujer del presidente del Gobierno está en el centro de la campaña. Ahí donde el PP ha querido ubicarla desde un inicio, pero que solo ha ocupado este lugar tras la citación judicial del juez Juan Carlos Peinado y una vez que el PSOE ha decidido bajar al «fango», utilizando la retórica presidencial. Pese a haber criticado intensamente la instrumentalización política que se ha hecho de la figura de Begoña Gómez por parte del PP, los socialistas han recogido el guante en la recta final, dispuestos a hacer de un revés judicial un revulsivo electoral.

El presidente del Gobierno ha ligado su futuro político al horizonte judicial de su mujer. Lo ha hecho escribiendo una nueva «carta a la ciudadanía» en la que lanza duros ataques contra el juez al frente de la causa, acusándole de intentar «condicionar las elecciones» y estar alineado con una «coreografía ultraderechista», y buscando una adhesión inquebrantable de su electorado a la causa de Gómez. Sánchez pidió a los españoles votar el próximo domingo como respuesta a las «malas artes» de Feijóo y Abascal contra su mujer y ha acudido a mítines de campaña acompañado de ella, recibiendo el abrazo de la militancia. El 9J ha pasado de ser un plebiscito sobre Sánchez a hacerse extensivo a Begoña Gómez.

En el PSOE han hecho suya la causa personal creyendo que esto «moviliza a nuestros votantes». «Es tan burdo», dicen, que provocará un movimiento de solidaridad en las urnas. Las elecciones europeas son unos comicios con baja participación, en los que tradicionalmente los progresistas se muestran más perezosos para acudir a las urnas y en el entorno del presidente creen que esto les da una razón para ir a votar. «Cuando te toca el estómago, reaccionas», aseguran. Todavía por calibrar el «efecto Begoña» y en qué medida beneficia al PSOE o al PP –también cree que le es favorable–, las perspectivas de los socialistas son «positivas». Aspiran a lograr el empate. Fuentes de la dirección aseguran que podrían quedar a uno o dos escaños de diferencia. Un «empate técnico» que frustraría las expectativas de Feijóo de proyectar al de Sánchez como un Gobierno agotado. Un «empate técnico» que, sobre todo, vendría a demostrar la capacidad de resistencia de un Ejecutivo que además del «caso Koldo», el «caso Begoña Gómez», ha aprobado definitivamente la Ley de Amnistía. Así, ayer Pedro Sánchez arengó a los suyos ante un PP al que ve que ha reducido sus expectativas en campaña. «Hoy están en el vamos a empatar. Tengo unas ganas de darme el gustazo de ganar a Feijóo y a Abascal. Estoy contando las horas», dijo.

La campaña polarizada ha favorecido al PSOE y a Vox. En los últimos actos, Sánchez ha comenzado a dar espacio en su discurso al agitador de extrema derecha, Alvise Pérez. Como ya hiciera en 2019 con Santiago Abascal, el presidente sabe que la división en tres –entonces con Ciudadanos– del espectro de la derecha le beneficia. Esto, a pesar de que suponga dar alas a una ultraderecha a la que dice querer combatir.