Elecciones Generales 23J

¿A qué partido beneficia una alta participación en las elecciones generales?

Según los expertos, una mayor movilización de los votantes no tiene por qué traducirse en mejores resultados para las formaciones de la izquierda

Urnas electorales
Urnas electoralesJESUS G. FERIALa Razón

A tres días de las elecciones generales del 23J y a dos de la jornada de reflexión, los principales actores de la escena política apuran sus estrategias para movilizar a su electorado y conseguir que vaya a las urnas. Desde que Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno, anunciara el adelanto de los comicios para el mes de julio, muchos fueron los que se llevaron las manos a la cabeza. Con una jornada electoral que tiene lugar el mes favorito de los españoles para irse de vacaciones es previsible que bajara mucho la participación con respecto a anteriores citas con las urnas.

Es cierto que se ha disparado el voto por correo (se han registrado 2,6 millones de peticiones), pero a 24 horas de que terminara el plazo para presentar el voto en cualquier oficina de Correos, el voto postal de más de 450.000 españoles estaba en el aire (o no lo habían presentado o ni siquiera habían recibido la documentación). Esto, unido a las altas temperaturas que caldearán la jornada electoral en numerosos puntos de la geografía española, hace que aumente el temor de un incremento de la abstención.

En cualquier caso, ¿a quién beneficiaría una alta participación en las generales? Hay quien piensa que suele favorecer a los partidos de la Izquierda, pero lo cierto es que esta teoría carece de base lógica. Se trata de un mito muy extendido que no tiene fundamento. Una mayor movilización de los votantes no tiene por qué traducirse en mejores resultados electorales para las formaciones de izquierda.

Si bien es cierto que existe una correlación positiva entre la participación y la cuota de la izquierda en las elecciones nacionales en todos los países, no hay una conexión causal. Haciendo un histórico con los datos de resultados electorales recogidos por el Ministerio del Interior, se observa que el Partido Socialista Español (PSOE) fue la lista más votada en tres de las cinco elecciones generales en las que la tasa de participación superó el 75%, mientras que las otras dos fueron para UCD y para el Partido Popular (PP).

Estos fueron los resultados de aquellos comicios:

  • Elecciones de 1977: UCD (78,8% de participación) -Adolfo Suárez-
  • Elecciones de 1982: PSOE (80% de participación)-Felipe González-
  • Elecciones de 1993: PSOE (76,4% de participación) -Felipe González-
  • Elecciones de 1996: PP (77,4% de participación) -José María Aznar-
  • Elecciones del 28 de abril de 2019: PSOE (75,8% de participación) -Pedro Sánchez-

Analizando superficialmente estos datos, podría llegarse a la conclusión de que una alta participación puede beneficiar a las formaciones de la izquierda. Sin embargo, los expertos aseguran que detrás de estos resultados pueden ocultarse otros motivos. “No es tan clara esa correlación. Es cierto que la participación puede beneficiar y perjudicar a partidos, porque siempre hay sesgos de participación, pero esos sesgos son más coyunturales de lo que parecen. No hay una regla de que la izquierda se beneficie con el aumento de la participación”, explica Lluis Orriols Galve, politólogo español, doctor por la Universidad de Oxford y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid.

Una de las razones que suele llevar a esta conclusión se fundamenta en la presunción de que el electorado de los partidos de izquierda suele estar compuesto por personas jóvenes, trabajadoras, de menor estatus social y económico y de diferentes etnias, colectivos que está demostrado que suelen ir menos a las urnas, ya sea por falta de tiempo o por mero desinterés. Se puede presuponer que cuando aumenta el porcentaje de voto, este colectivo se moviliza, introduciendo en las urnas una papeleta que favorece a la izquierda. “Solemos tener la percepción de que una alta participación beneficia a la izquierda de forma automática y esto está basado en supuestos de voto. Se presupone que la gente con menor capacidad adquisitiva tiene menor propensión a votar y, por tanto, si hay un aumento de la participación es porque esta gente va a votar y, por tanto, acabará dando su voto a la izquierda. Esa es la lógica que hay detrás de este axioma. Pero esto no es así en términos empíricos. La movilización y la desmovilización es extremadamente coyuntural y hay más patrones sistemáticos de los que parecen”, explica el politólogo. “Es verdad que la izquierda puede beneficiarse si la gente con menos estatus vota, pero hay muchos más factores que influyen en la movilización, como es la popularidad del gobierno, quién está en el gobierno y quién en la oposición... Como digo, es muy coyuntural”, añade.

Efectivamente, tal y como expone Orriols, la historia reciente de nuestro país demuestra que otro de los factores que “animan” a la población a acercarse a los colegios electorales en masa es el descontento con el gobierno que esté en el poder en ese momento. Las “elecciones de cambio” requieren de una alta participación y aquí no entran tanto en juego los “colores”. Puede ser que el rechazo a un gobierno de izquierda movilice a la derecha, perjudicando al partido que está en el gobierno en ese momento, como sucedió en las elecciones generales de 1996, que contaron con una participación que rozó el 75% y acabaron con el liderazgo de Felipe González (PSOE), llevando a La Moncloa a José María Aznar, el por entonces líder del PP.

La pregunta es: ¿cómo puede influir la participación en los inminentes comicios del 23J? Lluis Orriols no lo tiene del todo claro: “El diagnóstico que hemos hecho recientemente es el de una España en el que la izquierda está totalmente desmovilizada. Desde esta perspectiva, un aumento de la participación podría beneficiar a la izquierda. Diría que, en esta ocasión concreta, hay una relación curvilínea. Altas tasas de participación podrían indicar que la izquierda se está movilizando (lo que beneficiaría a la izquierda), tasas bajas de participación podrían indicar que la derecha también está desmovilizada (lo que beneficiaría a la izquierda) y tasas medias de participación indicarían que la izquierda continúa estando igual de desmovilizada (beneficiando a la derecha). Ahora bien, ¿de qué porcentajes estaríamos hablando? En este caso concreto tengo dudas, porque las elecciones se celebran en julio y este mes empuja mucho a la desmovilización en general. Creo que, si se alcanza una tasa de participación del 70%, a pesar de ser una participación que está por debajo de la media, podríamos considerar que es una tasa bastante aceptable”, concluye.