Opinión

Repudio y ofensa ante el 23-J

Los electores fueron a las urnas impulsados por el deseo de dar un bofetón democrático al presidente del Gobierno

 El presidente de Vox, Santiago Abascal (c),a su llegada al acto público de precampaña "Decide lo que importa" este sábado en el Palacio Municipal de IFEMA ,en Madrid.
El presidente de Vox, Santiago Abascal ayer a su llegada a un acto de precampaña de Vox en Madrid. Fernando VillarAgencia EFE

Los dos grandes motores del voto hasta ahora están siendo el repudio y la ofensa. Lo primero, el rechazo a Sánchez, recuerda la animadversión que generó Zapatero en 2011 y que propició la victoria de Rajoy. No solo votaron al PP de entonces sus fieles, sino el centro-izquierda que no quería aguantar ni un segundo más al «bobo solemne», en palabras de Rajoy. El antisanchismo ha sido el gran argumento del 28-M. Los electores fueron a las urnas impulsados por el deseo de dar un bofetón democrático al presidente del Gobierno más que por lo atractivo de la propuesta del PP. Fue una reprobación popular de Sánchez.

El segundo motor, como decía, es la ofensa. Es el más interesante. Las izquierdas juegan a escandalizar a los electores centristas porque el PP pacta con Vox en municipios y autonomías. Exageran diciendo que las mujeres y algunas «minorías» perderán sus derechos. Buscan que los votantes de centro que el 28-M confiaron en Feijóo se ofendan y acudan al PSOE a refugiarse el 23-J. Es demagogia, claro. Donde han pactado no se ha recortado ningún derecho.

Sin embargo, la negativa exagerada de Guardiola a aceptar un pacto con Vox en Extremadura ha fortalecido este relato del PSOE que busca ofendidos. Es un buen ejemplo de cómo no hay que gestionar una crisis. La sobreexposición mediática ha sido tan torpe como la radicalidad de unos argumentos soltados sin pensar en las consecuencias. Un mínimo conocimiento de la vida política permite ver que Vox es igual en todas las autonomías. Tomar argumentos sanchistas para repudiar al partido de Abascal ha dejado en muy mal lugar al PP de otras comunidades y ayuntamientos. No solo eso, sino que hace un flaco favor a Feijóo, quien tras el 23-J echará un vistazo esperanzado a su derecha para ver cuántos escaños tiene Vox. La sensación de superficialidad y descontrol que ha transmitido Guardiola ha dañado las aspiraciones populares.

En esta estrategia de la ofensa, el PP, por su parte, pretende que los electores de centro-izquierda se sientan ofendidos porque el PSOE haya estado en manos de ERC, Bildu y de Podemos. Es una ofensa a la democracia liberal, al orden constitucional, a la unidad nacional, al mitificado PSOE felipista, a los hombres que no se sienten culpables del machismo, y a las feministas clásicas. La idea es que sientan que el paso de Sánchez por Moncloa ha sido indignante, una auténtica humillación para todos, incluido el PSOE, y que voten al PP. Las protestas de los viejos dirigentes socialistas han servido para fortalecer este relato. Para contrarrestar este efecto ha salido Zapatero defendiendo a Sánchez.

Además, el PP cuenta con otra baza en la estrategia de la ofensa. El vacío y absurdo discurso feminista del sanchismo está pesando mucho entre el electorado masculino del centro-izquierda. Despreciar a los hombres solo por serlo y borrar a las mujeres biológicas tiene un precio. Un día, la histórica Amelia Valcárcel otorga su confianza a Feijóo, y otro, el votante masculino del PSOE, hasta un millón según sus propios cálculos, se ofende y vota a los populares.

Feijóo lleva mucha ventaja con estos dos motores electorales. Primero, porque Vox asusta ya muy poco y, de causar miedo, el votante antisanchista irá directamente al PP, como ha pasado en Andalucía. En esta comunidad Vox subió, pero menos de lo esperado, y el PP no deja de crecer a derecha e izquierda.

Segundo, porque es muy tarde para el blanqueamiento del sanchismo. No hay juntaletras en sus medios amigos ni vídeos que lo consigan. Es lo que tiene haber el adelanto electoral. Con un semestre por delante era posible, pero así, precipitada la convocatoria para evitar la carga de la brigada pesada socialista, no hay tiempo para blanquear nada. Y tercero, porque el feminismo alimentado por este Gobierno ha hecho un roto difícil de remendar.