PSOE

Sánchez escribe una página más de su «Manual de resistencia»

El PSOE mejora el resultado de 2019, pese a perder las elecciones, y se asoma a un abismo ingobernable

MADRID, 23/07/2023.- El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez (c), el cabeza de lista del PSN al Congreso de los Diputados, Santos Cerdán (d), y la presidenta del PSOE, Cristina Narbona (i), saluda a los militantes y simpatizantes socialistas que han acudido a la sede del PSOE, durante el seguimiento de la noche electoral de los comicios generales de este domingo en España. EFE/Rodrigo Jiménez
Seguimiento noche electoral en la sede del PSOERodrigo JiménezAgencia EFE

Todo o nada. Pedro Sánchez activó hace 54 días el botón nuclear de las elecciones generales, asumiendo la cita adelantada con las urnas como la segunda vuelta del plebiscito sobre su persona y su gobierno que supusieron las municipales y autonómicas de mayo. Los socialistas acusaron la desmovilización de la izquierda y los 400.000 votos que perdieron se materializaron en un importante retroceso en poder institucional que certificó el cambio de ciclo. Consciente de que dilatar el desenlace hasta finales de año hubiera sido suicida para sus expectativas políticas, el presidente del Gobierno llamó anticipadamente a las urnas para tratar de rentabilizar los pactos del PP con Vox a nivel territorial, dilatar el debate interno sobre su liderazgo dentro del partido y resolver el sudoku a la izquierda del PSOE.

En Moncloa asumieron que estaban en mejores condiciones de disputar la contienda en julio que en diciembre y el resultado ha sido favorable para sus intereses. Sánchez escribió anoche un capítulo más en su «Manual de resistencia» y aferrándose a la carta del bloqueo podrá apurar sus opciones de seguir en La Moncloa. El PSOE perdió ayer las elecciones, no fue la primera fuerza, pero consiguió mejorar sus resultados respecto a 2019, en votos y también en escaños. Un resultado que sabe a victoria sin serlo.

En esta ocasión, las expectativas han jugado a su favor. Durante toda la campaña, los socialistas apelaron al espíritu de la «remontada», un sentimiento que suponía tanto como asumir la posición desfavorable de la que partían, por detrás en todas las encuestas, salvo en el CIS. Evocando la épica de su trayectoria política, desde el triunfo en las primarias contra el aparato en 2017, hasta la moción de censura a Mariano Rajoy en 2018, pasando por la doble victoria de 2019; Sánchez anticipaba este 23J una victoria «contra todo pronóstico», pero, pese a este optimismo impostado, en la sala de máquinas socialistas eran conscientes de que la máxima aspiración era conseguir que, con una movilización masiva del espacio progresista, las derechas no llegasen a sumar mayoría absoluta. Objetivo cumplido. «El bloque involucionista ha fracaso», dijo Sánchez, mientras le jaleaban: «No pasarán».

En Ferraz se recordaba el caso paradigmático de la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008 tras perder en las municipales de 2007 por 155.000 votos. No se produjo el vuelco, pero sí una tentativa –ante el bloqueo– de que Sánchez dé un paso al frente para intentar retratar al resto de socios de la actual mayoría de gobierno. Los números de la coalición prácticamente se mantienen y la cojera se produce por la pata de Sumar, que retrocede siete diputados. El escenario de desbloquearse, no obstante, será ingobernable. La negociación, a cara de perro. Con unos socios que elevarán el precio político de su apoyo y que obligarán, en caso de consolidar un ejecutivo progresista, a pelear la aprobación de cada ley hasta la extenuación y con Junts como clavo del abanico de la mayoría.

Con los resultados de este 23J, el escenario de un eventual cuestionamiento interno del liderazgo de Sánchez se desvanece por completo al mejorar su posición. El secretario general diseñó un partido a su imagen y semejanza cuando recuperó las riendas del PSOE en 2017 para evitar los desequilibrios que le descabalgaron un año antes, garantizándose el control de la organización. Una organización sin poder de decisión ni debate interno, que tampoco emprenderá tras estas generales, dado que Sánchez ha conseguido mejorar los resultados de la formación en votos (900.000 más), en diputados (2) y en cuatro puntos, hasta el 32%.