Elecciones 23J

Los socios evidencian la debilidad del PSOE y presumen de imponer la agenda al Gobierno

Presumen de imponerle el perdón a los condenados por el «procés» o políticas como la ley de Memoria o la de Vivienda.

A diez días de la cita con las urnas, los portavoces parlamentarios de los principales partidos –aquellos que tienen grupo propio en el Congreso de los Diputados– se midieron ayer en un debate a siete, marcado por los pactos postelectorales que se tendrán que tejer para gobernar. Pese al refuerzo del bipartidismo que auguran todas las encuestas, lo cierto es que tanto socialistas como populares están por sí solos lejos de la mayoría absoluta requerida para gobernar en solitario y se verán obligados a armar alianzas con otras fuerzas para mantener o conseguir el poder. En el debate de RTVE se dieron cita anoche los portavoces del PSOE, Patxi López; PP, Cuca Gamarra; Vox, Iván Espinosa de los Monteros; Sumar, Aina Vidal; Esquerra, Gabriel Rufián; PNV, Aitor Esteban y EH Bildu, Oskar Matute.

La pugna dialéctica se abrió con el bloque económico y con un primer rifirrafe entre Patxi López y Cuca Gamarra que sería el primero de los sucesivos durante la noche, como si de una suerte de segunda vuelta del «cara a cara» de Atresmedia se tratase, con el resto de los asistentes como convidados de piedra. El portavoz socialista iba con un objetivo claro al debate y no era otro que dejar en un mal recuerdo la actuación de Pedro Sánchez ante Alberto Núñez Feijóo. Una actuación y un «cara a cara» que han marcado la campaña y las expectativas de los socialistas. Por ello, el portavoz del PSOE salió al rescate, afeando a Gamarra las «mentiras» del líder del PP el lunes, e intentando imponer su relato y sus cifras frente a la «alianza de la ultraderecha». Expresión que López repitió durante todo el debate en una asimilación de PP y Vox tras los pactos a los que han llegado en comunidades y ayuntamientos. Otro de los marcos que el socialista quería colocar.

La réplica más dura al PSOE en este bloque se la dio Vox, alineado con el PP en un discurso muy crítico con la gestión económica del Gobierno y contra el triunfalismo del PSOE. Este blanco o negro se contrarrestó por el resto de portavoces (PNV, ERC y Bildu) reconociendo que, aunque los datos macro van bien, esta dinámica no llega a las realidades micro de las familias, por lo que hay que seguir avanzando en la redistribución de la riqueza. Se rozaba la media hora de contienda cuando Gamarra sacó a colación las declaraciones del director de la DGT, en las que daba la razón a Feijóo y confirmaba que las autovías serán de peaje en 2024 «por imposición de Bruselas». Un torpedo a la línea de flotación del PSOE en plena campaña, que ha obligado a Pere Navarro a rectificar y que en boca de López en TVE aseguró que «es mentira».

El bloque de políticas sociales, el más propicio para los partidos del Gobierno para sacar pecho por su agenda legislativa, fue también blanco de críticas en uno de los aspectos que más ha desgastado a la coalición: la ley del «solo sí es sí». En ella hicieron hincapié PP y Vox –que desplegó una lista de los agresores sexuales beneficiados por la norma, al más puro estilo Albert Rivera–, que tuvo que contrarrestar López recordando que «el presidente pidió perdón» y se cambió. Aunque la defensa más vehemente, tanto de la ministra de Igualdad, Irene Montero, como de su norma estrella, la realizó Rufián ante la portavoz de Sumar, que solo pudo adherirse. Los socios se rebelaron contra el Ejecutivo en algunas normas como la ley mordaza, de la que se borraron a última hora ERC y Bildu y que tuvo el reproche del PNV.

Entrando en materia territorial, los portavoces vascos y catalanes reclamaron bilateralidad en el trato con el Gobierno, mientras que el PP echó en cara que la orientación de la agenda de Sánchez en esta legislatura ha estado ligada a su supervivencia personal, «a mantenerse en el poder a cualquier precio». Otro de los asuntos sobre los que el PSOE tiene que hacer pedagogía en esta campaña es la dependencia de los independentistas y cómo esto ha tenido su impacto en la concesión de los indultos o la reforma del Código Penal para derogar la sedición y abaratar la malversación. Por este flanco atacó Gamarra a López, que intentó reivindicar su apuesta por la convivencia y recordó que el PSC es ahora la fuerza más votada en Cataluña. «Nosotros estamos en contra de la independencia y de los de una España grande y libre, de sus socios que se quieren cargar las CC AA», le dijo al PP.

Los pactos postelectorales centraron el último bloque del debate uno de los principales focos de desgaste de PP y PSOE respecto a su rival. Sánchez utiliza las alianzas que el PP ha fraguado con Vox en comunidades y ayuntamientos para intentar cuestionar el perfil moderado de Feijóo y acusarle de «retroceder» en derechos e intercambiarlos por sillones con tal de conseguir el poder. Por su parte, los populares golpean donde más duele al PSOE, en una de las claves de la crisis reputacional del presidente por sus pactos con quienes dijo que nunca pactaría, abertzales, y por las cesiones a los independentistas catalanes, con la concesión de los indultos y las reformas del Código Penal para derogar la sedición y rebajar la malversación.

Unas alianzas que Sánchez deberá volver a reeditar si quiere mantenerse en la Moncloa y cuyo precio ya amagan con elevar desde País Vasco y Cataluña y que el PP definió como contrarios al «interés general» y el «constitucionalismo». «Que la gobernabilidad no dependa ni de independentistas ni de radicales», apeló la representante del PP. «Estos son sus socios». Unos socios que se reivindicaron y pusieron de manifiesto la debilidad del Gobierno, asegurando que han marcado la agenda legislativa de la coalición, imponiendo, como así recordó ERC, el perdón a los condenados por el «procés» o políticas como la ley de Memoria o la de Vivienda.

Hubo un pacto de no agresión entre PP y Vox, que mantuvieron el fair play durante todo el debate y sumaron fuerzas para atacar con vehemencia al PSOE, sin dedicarse reproches, hasta que llegó la apelación final de Gamarra al voto útil, en la línea de las últimas intervenciones de Feijóo en sus mítines, para tratar de atraer a los votantes de Abascal. La portavoz del PP mostró su vocación de «no depender de los extremos y superar la política de bloques y bloqueos». Gamarra recordó el apoyo de los populares al PSOE en el Ayuntamiento de Barcelona y otros consistorios vascos tras el 28M y al propio López cuando fue elegido lehendakari gracias a sus votos, para volver a reiterar la propuesta de que gobierne la lista más votada. Una propuesta que Patxi López rechazó, recordando casos como el de Canarias, el último en el que el PP ha unido su fuerza con Coalición Canaria para evitar que gobierne el PSOE, que ganó las elecciones.

El PP buscó así romper el retrato con Vox que intentaron hacer todos los portavoces. «Un gobierno de PP y Vox es una desgracia para los demócratas, que combatiremos», avanzó Rufián, mientras que Aitor Esteban mostró su negativa a entrar en cualquier aritmética que incluya a los de Abascal. «Nosotros con Vox nada de nada». Por su parte, tanto el portavoz socialista como la de Sumar buscaron contraponer esta alianza con la de la coalición actual, entre Sánchez y Díaz, mientras que desde ERC se intentó trasladar la sensación de que en caso de que el PP necesite sus votos, el PSOE acabará por apoyar a Feijóo.

El debate se desarrolló en términos generales con respeto personal y a los tiempos y un tono constructivo y plural, que permitió a todas las fuerza políticas colocar sus propuestas. También hubo momentos de enfrentamiento, sobre todo en lo relativo a la ley del «solo sí es sí» o los pactos con Bildu y algún que otro golpe bajo entre Rufián y Espinosa de los Monteros.