Hegemonía en disputa

Otegi da un salto histórico a la sombra de Sánchez

El empate en escaños entre PNV y EH Bildu no afectará a la coalición de los peneuvistas con el PSE

Resultados País Vasco
Resultados País VascoA. CruzLa Razón

El PNV se jugaba en las elecciones en el País Vasco de este domingo su posición histórica de hegemonía. Ayer fue el partido más votado, pero empató en escaños con EH Bildu, en 27 diputados, que estos últimos consiguieron con una altísima fidelidad de voto y recogiendo sufragios de las otras alternativas de izquierdas e incluso de votantes previos del PNV. No llegó a producirse el «sorpasso» histórico que convirtiese a los de Otegi en la principal fuerza en número de escaños, aunque sí dan un salto histórico de consecuencias autonómicas y nacionales.

El PNV consiguió en las anteriores elecciones vascas 31 escaños, con Íñigo Urkullu como candidato, tres más que en 2016. Y EH Bildu obtuvo 21 asientos en 2020.

El PSE de Eneko Andueza es el árbitro para la formación de gobierno, con una mejoría en dos escaños. Durante toda la campaña insistió en que en ningún caso apoyaría a Bildu, pese a que en contra de su palabra tuviese el precedente de Navarra. En 2020 tuvieron 10 escaños.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, utilizará estos resultados como aval de su política en Madrid y avanza en el camino hacia un cambio de ciclo en el que en próximos exámenes electorales pueda conformarse una mayoría de PSE y Bildu. Sumar logra un escaño, mientras que Podemos desaparece. De momento, PNV y PSE suman un escaño más de la mayoría absoluta, que está en los 38, aunque hay que tener en cuenta que en el País Vasco la investidura es diferente al resto de comunidades y basta con tener una mayoría simple, porque se vota sí o abstención, no hay votos en contra de los candidatos en el Parlamento vasco.

De todas las elecciones de este ciclo electoral, éstas son las que menos trascendencia tienen sobre la estabilidad del Gobierno, y además de la continuidad de la coalición PNV-PSE, el PSOE también mantendrá su alianza con EH BIldu en Madrid.

El PNV afrontaba estas elecciones como un examen histórico, en el que se jugaba el ser o no ser ante EH Bildu. Para entender la importancia del pulso que han mantenido los nacionalistas hay que tener en cuenta que a la cita con las urnas llegaban con unas encuestas que proclamaban que EH Bildu estaba en condiciones de ganar este domingo al PNV en escaños y en votos. El partido de Imanol Pradales nunca ha perdido en votos, y sólo en escaños en las autonómicas de 1986.

La política del PSOE facilita que se despeje el camino hacia un cambio de ciclo en las próximas elecciones por la vía del pacto PSE-Bildu

Los peneuvistas han pagado en las urnas su desgaste de más de cuarenta años de gobierno, salvo el breve paréntesis de Patxi López, que han paliado con un proceso de cambio –un candidato más joven y prácticamente desconocido– para acercarse al electorado más joven y a las mujeres.

El PNV ha usado en esta campaña el voto del miedo, pero sin salirse de sus tradiciones y sus formatos. ETA no es una preocupación ciudadana, pero la segunda semana de campaña oficial giró sobre los problemas del candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, a la hora de condenar la violencia terrorista, lo que dejó ver que realmente era el candidato de Sortu y de Arnaldo Otegi, y su déficit ético para ser elegido como el máximo representante institucional de la Lendakaritza.

Aun así, los más veteranos del PNV ya advertían de que estos debates, que en Madrid adquieren mucha fuerza, son, sin embargo, vistos con otros ojos en el País Vasco, y existía el riesgo de que en vez de perjudicar las expectativas de EH Bildu las alentasen al convertirles en víctimas, como ya ocurrió con la discusión en los comicios municipales sobre las listas con presos etarras.

En todo caso, Bildu ha sido capaz de rentabilizar en esta campaña su proceso de cambio orgánico y de ajuste a las instituciones, así como el trabajo que con la ayuda del PSOE ha hecho en el Congreso, dentro de un proceso de blanqueamiento que les ha permitido absorber el voto de toda la galaxia de Podemos, siendo el partido más transversal del tablero vasco.

Las elecciones confirman su normalización social, y dejan una Cámara vasca más nacionalista y con un proceso abierto de reforma estatutaria con el objetivo, según consta en el programa pactado para la investidura de Pedro Sánchez, de avanzar hacia un mayor reconocimiento nacional de Euskadi y en la foralidad. En 2020, PNV y EH Bildu sumaron 52, escaños. Hoy, 54.

Esa mayoría más nacionalista deja el interrogante de hacia dónde encaminarán su búsqueda de consensos, después de una campaña en la que los problemas del día a día, y las cuestiones sociales, han estado más presentes que las propuestas soberanistas, en coherencia con los estudios sociales que apuntan que la independencia del País Vasco tiene menos apoyos que nunca. Sin embargo, y aunque hayan jugado más en el campo de la izquierda, el objetivo de EH Bildu es hacerse con la hegemonía del soberanismo frente al PNV, igual que ERC lo ha hecho con CiU. Su estrategia les ha servido para rentabilizar su campaña en un doble espacio, el del electorado más joven, que no vivió los tiempos de ETA, y el del votante que más se identifica todavía con los objetivos políticos y con la banda terrorista.

El PP consigue una mejoría irrelevante. En las anteriores elecciones cayó a seis escaños (4 del PP y 2 de Ciudadanos). Ahora sube a siete. Estas urnas sí le han servido para medir su capacidad para absorber a Ciudadanos, pero no a Vox. El partido de Santiago Abascal logró entrar en el Parlamento vasco en 2020 con un escaño, que mantiene.