Política

Doctrina Parot

2.413 años que no cumplirán

La Razón
La RazónLa Razón

Asesinos y violadores reincidentes se verían beneficiados por la sentencia

Miguel Ricart: Ayudó a Anglés a enterrar a Miriam, Toñi y Desirée, las «niñas de Alcásser»

Desaparecieron la noche del viernes 13 de noviembre de 1992, cuando se dirigían haciendo autoestop a una discoteca. La búsqueda de las conocidas como «niñas de Alcásser» tuvo una gran repercusión hasta que el 27 de enero de 1993, setenta y cinco días después de su desaparición, dos apicultores encontraron los cadáveres semienterrados en una fosa de un paraje conocido como La Romana, próximo al pantano de Tous. El hallazgo de los cuerpos y el posterior conocimiento de las vejaciones a las que fueron sometidas causaron una profunda conmoción. Por el triple crimen fue condenado en 1997 Miguel Ricart, único detenido y puesto a disposición judicial por el secuestro, violación y asesinato de las tres niñas. La sentencia fue declarada firme el 10 de junio de 1999, tras rechazarse los recursos de las partes. De Antonio Anglés, el supuesto autor material de los crímenes, nunca más se supo. «El Rubio» le había ayudado a enterrar a las tres infortunadas amigas.

José Antonio Seco Martínez, «asesino de Villarrobledo»: «Matar es un vicio que me cuesta controlar»

José Antonio Seco Martínez, más conocido como el «asesino de Villarrobledo», está condenado a 90 años de prisión por los tres asesinatos que cometió en esta localidad de Albacete entre 1991 y 1993: Pedro José Moreno Villar del Saz, marmolista, de 33 años; José Ballesteros Ordóñez, albañil de 23, y Juan Segundo López Rebolloso, taxista de 42. Los crímenes los cometía de una forma brutal: golpeaba a sus víctimas, las desnudaba y las estrangulaba. Para los doctores que le trataron, «se trata de un asesino en serie difícilmente recuperable. No premedita sus crímenes, actúa de forma impulsiva. Es astuto y oculta pruebas». Él mismo lo contó durante su juicio: «Para mí, matar es un vicio que me cuesta controlar».

Joaquín Villalón Díez, «asesino señorito»: Descuartizador y asesino de transexuales

Casado con una mujer lesbiana que le obligada a pintarse y vestirse de mujer, dejó embarazada a su amante, a la que estranguló y descuartizó, abandonando su cadáver en un monte. Posteriormente, acabó con la vida de dos mujeres transexuales cuando cumplía condena en régimen abierto por el primer asesinato. Uno de ellos fue encontrado en el baño de su casa con una cadena atada al tórax, después de que le prendiera fuego. El otro recibió primero una paliza y, aprovechando que había perdido el conocimiento, fue ahogado en la bañera.

Pablo Manuel García Ribado, «violador del portal»: Llegó a abusar de dos mujeres en una noche

Pablo Manuel García Ribado es un mecánico de Madrid que, junto a Antonio Barroso Mingo, fueron conocidos popularmente como los «violadores de los portales». Fue condenado a 1.716 años de cárcel y 15 días de arresto por su participación en 89 delitos (51 violaciones) y por una falta de lesiones. Llegó a abusar de dos mujeres en una misma noche. Actuaba a cara descubierta y bien vestido. Su compañero de delitos fue condenado a 1.254 años de prisión por los 64 delitos cometidos (29 violaciones).

Pedro Luis Gallego, «violador del ascensor»: El mecánico de ascensores que aprovechaba cada permiso para violar

Pedro Luis Gallego Fernández, el «violador del ascensor», lleva más de 20 años cumpliendo condena por los asesinatos de la joven burgalesa Marta Obregón en 1993 y la vallisoletana Leticia Lebrato, de 17 años, en 1992, además de 18 agresiones sexuales y violaciones. Aprovechaba su profesión como mecánico de ascensores para acceder a los portales. Desde que en 1979 cometió su primera agresión hasta mediados de los 90, cuando fue condenado, llevó una vida de violaciones, prisiones, libertades y, de nuevo, violaciones. Experto en pedir redención de pena, aprovechaba para volver a delinquir. Lo hizo en 1979, en 1985 y en 1991. No hay atenuantes: es sólo un hombre cruel, sin escrúpulos

Félix Vidal Anido, «violador del estilete»: Las arrastraba del pelo hasta lugares escondidos

Conocido como el «violador del estilete», está condenado por cinco violaciones consumadas y nueve frustradas, y hasta 56 delitos relacionados con abusos sexuales. Su objetivo principal eran niñas de entre 3 y 14 años, aunque también atacó a jóvenes de hasta 24 años. A dos niñas de 3 años les obligó a hacerle tocamientos. En ocasiones tiraba a sus víctimas de la cabellera para arrastrarlas y llevarlas a lugares escondidos donde cometer sus abusos. Vidal siempre desnudaba completamente a las mujeres, y algunas veces solía asestarles un seco puñetazo para que quedaran inconscientes. También las hería con un estilete. Declaró que «cuando me entra esta depresión tengo que hacerlo. Prefiero muchachas jóvenes y vírgenes, porque satisfacen mis instintos». Fue detenido en Alcalá de Henares mientras hacía la «mili».