Política
Ciudadanos: un peligroso viaje para volver al centro
Fundadores del partido marcan el camino tras la debacle electoral el 10-N. Apuestan por recuperar el espacio entre PP y PSOE y asumir el papel de un partido minoritario pero clave para la gobernabilidad
Los diez escaños que Ciudadanos ha retenido tras su debacle podrían estar llamados a jugar un papel, si no clave, sí al menos señalado en las maniobras para facilitar su investidura que el actual presidente en funciones ya está preparando. De hecho, Pedro Sánchez ya ha dejado claro desde el 10 de noviembre que, a partir de la semana entrante, se va a poner en contacto tanto con el Partido Popular como con la formación naranja para indagar qué tipo de apoyo estarían dispuestos a otorgar a los socialistas para contribuir a la estabilidad del país, que se acerca cada vez más peligrosamente al estancamiento económico. La marcha de quien fuera su líder carismático desde el principio, Albert Rivera, se ha visto agravada este mismo viernes por la dimisión de José Manuel Villegas y Fernando de Páramo, que formaban parte del núcleo duro del ya ex presidente del partido y que eran dos de los portavoces más conocidos de Cs. Todo ello hace que Ciudadanos se encuentre en estos momentos en un proceso de refundación en el que el análisis de las causas que llevaron al desmoronamiento es tan importante –o más– que los parámetros que deben guiar su reconstrucción. En este sentido, LA RAZÓN se ha puesto en contacto con tres protagonistas de la fundación del partido allá por 2006 para recabar su opinión sobre cuáles deberían ser las bases que guíen la refundación de una fuerza política que ha sido fundamental en la articulación del centro político español en los últimos años en España.
El escritor Félix de Azúa deja claro antes de comenzar sus reflexiones que «no osa dar consejos a ningún político porque sé muy bien el caso que me iban a hacer...». Eligiendo otro punto de vista para ofrecer sus reflexiones, este miembro de la Real Academia Española se limita a decir lo que Ciudadanos habría de proponerse para volver a recibir su voto: «En primer lugar, ser consciente de su valor. Gracias a Sánchez el país se ha dividido en extrema izquierda y extrema derecha, de tal manera que el PP se ha adueñado del centro. Ciudadanos tiene que recuperar la centralidad, pero en lugar de escorar hacia el PP ha de inventar una izquierda liberal e ilustrada que no existe». El segundo punto para que Ciudadanos reencuentre el espacio que ha perdido es continuar su lucha contra «la mayor ruina de España», que no es otra que los nacionalismos. «Y, en tercer lugar, recuperar la oposición a toda falsificación pedagógica e informativa. Una apuesta por la seriedad en la enseñanza, la investigación científica y la cultura de calidad que le diferencie de los populistas», concluye.
Para el dramaturgo Albert Boadella, Ciudadanos tiene que ser consciente de una cosa que es, en su opinión, de puro sentido común y que, precisamente por ello, muchas veces pasa desapercibida: «Cs atrae a un votante que no se encuentra cómodo en los grandes partidos, es decir, en el PP y e PSOE. Es un votante “elitista”, pero no en el sentido económico del término; es, digamos, un elector “de morro fino”, por decirlo de alguna manera». Por ello Cs tiene que abarcar una zona centrada que llame la atención a un votante que «quizá no desea tanto unas siglas ganadoras sino un partido con menos deseos de poder que no tenga que estar cambiando constantemente sus ideas y sus presupuestos ideológicos por tener que adaptarse al poder». El dramaturgo catalán aboga porque en el partido que ayudó a fundar se tome conciencia y se acepte que la formación tenga «un número limitado de diputados», que desaparezca la voluntad de tener un sector amplio en el Congreso ya que, para lograrlo, se tendrán que «abrir las compuertas ideológicas en exceso» con el resultado de que «los votantes se sientan incómodos y que se enfaden». Quizá esta haya sido la causa del descalabro electoral de la formación naranja. Para Boadella el secreto es convertir a Ciudadanos en un partido equiparable al resto de partidos liberales europeos. «Los liberales tenemos que tener un partido y pienso que Ciudadanos puede cumplir esta función. Los partidos liberales en Europa no son mayoritarios pero han sido fundamentales a lo hora de definir el muchos gobiernos», explica.
Arcadi Espada ofrece una reflexión de fondo sobre cuál ha de ser el lugar que ocupe Ciudadanos más allá de cualquier coyuntura política. Para este periodista y autor «España esta dividida entre partidos cuya fuente de inspiración principal es de naturaleza religiosa, ya sea por el lado de la ley de la corrección política o ya sea, directamente, por la ley de Dios». No ha sido ésta la visión que ha venido a aportar Ciudadanos desde su fundación. Desde sus primeros momentos la formación naranja ha pretendido ser un partido político caracterizado por el laicismo y equidistante de «los sacerdotes y las “sacerdotas”», en palabras del escritor. «Cs basaba sus presupuestos en el laicismo sin ideologías que lo velaran». Eso pasaba, explica Arcadi Espada por buscar e implementar la solución correcta a los problemas sociales independientemente a que esta solución se encontrara en la izquierda o en derecha. Ese camino se abandonó y los resultados a la vista de todos están, según Espada. «En una sociedad dominada por la credulidad religiosa o ideológica, Ciudadanos debe seguir significando el laicismo y la nueva dirección debería impulsar un debate intelectual y político de fondo que pudiera llevar a la práctica estas ideas de forma rigurosa», propone. En la misma línea apuntada por Boadella, Espada cree que es necesaria una dosis de realismo sobre el peso que el partido puede llegar a tener en el futuro: «Hay que ser modestos porque Ciudadanos no va a gobernar, pero puede ser decisivo para la estabilidad de Gobiernos de terceros». También coincide con De Azúa sobre la necesidad de combatir «tanto el nacionalismo español representado por Vox como los periféricos. «España sigue necesitada de un partido como Ciudadanos, y ahora mas que nunca. El proyecto tiene que sobrevivir porque se trata de un proyecto insustituible», concluye.
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