Congreso de los Diputados

Moncloa encara su semana decisiva: «Aún hay margen»

Una investidura «materialmente posible antes de 2020»: Sánchez multiplica su agenda para alejar el foco de la negociación con ERC y ganar tiempo para resolver el acuerdo

La próxima semana será decisiva para el desenlace de la investidura de Pedro Sánchez, aunque por motivos ajenos a los que Moncloa había previsto en un primer momento. Y es que hace tiempo que los socialistas se resignaron a ceder el timón a ERC, que es quien gobierna los designios del PSOE e impone el tempo y la pauta negociadora. El 19 de diciembre estaba marcado en rojo en el calendario del Gobierno como la fecha del fin de la interinidad y aunque ahora ya no será así, sigue teniendo valor en sí mismo como elemento facilitador del acuerdo con los republicanos. En los cálculos más optimistas de la Moncloa, Sánchez se estaría sometiendo el próximo lunes a la primera jornada de su debate de investidura. Esa en la que el candidato, con su discurso sin límite de tiempo, capitaliza todo el protagonismo y busca tejer complicidades con sus eventuales socios. Ahora, sin embargo, ese día estará marcado por sendos encuentros con los líderes del PP, Pablo Casado, y Ciudadanos, Inés Arrimadas, que distan mucho de ser esos eventuales socios y a quienes Sánchez demandará «altura de miras» y una «posición responsable» no ya para desatascar la investidura, sino para forjar «grandes consensos» una vez que la legislatura comience a rodar.

Tras esta doble cita, será Adriana Lastra quien, ese mismo lunes, asuma las riendas de la interlocución con el resto de partidos con representación en el Congreso para sondear sus posiciones. Ya el martes, el día para el que se había ideado la primera votación de investidura, esa en la que se necesita mayoría absoluta para superarla, Sánchez descolgará el teléfono para hablar con los presidentes autonómicos, una ronda de llamadas como coartada para realizar la única que le interesaba y que se producirá en segundo lugar. Comenzará con el lendakari Íñigo Urkullu y seguirá con el president de la Generalitat, Quim Torra, un gesto hacia Esquerra que, sin embargo, ha sido rechazado por el Govern. El miércoles la tensión se testará en la calle y en la respuesta ante los eventuales disturbios que puedan producirse a cuenta del «clásico» entre el Barcelona y el Real Madrid.

El jueves sigue teniendo suma importancia en sí mismo y aunque ya no sea al día en que Sánchez será finalmente investido, sí tendrá un efecto directo la decisión que el Tribunal Europeo de Justicia tome sobre la inmunidad de Oriol Junqueras. Si la acepta, reforzará la posición negociadora de ERC y alejará la expectativa de una investidura a corto plazo. Una expectativa a la que La Moncloa se resiste a renunciar. «Aún queda margen», aseguran cuando se les pregunta por la posibilidad de que el líder socialista sea investido antes de que acabe 2019. «Los plazos son muy ajustados, pero no es imposible», apuntan, aunque inmediatamente hacen hincapié en lo condicionado que está el calendario por los acontecimientos que se vayan sucediendo a lo largo de la semana. Una semana que acabará con el 28º Congreso de ERC, antes del cual no se espera un posicionamiento público de la formación facilitando el acuerdo con el PSOE.

En todo caso, los «ajustados plazos» que hacen que, aunque «improbable», aún se mantenga una mínima esperanza en el Gobierno, llevarían a una investidura antes de Nochevieja, con una primera votación en sábado –para más inri, el Día de los Santos Inocentes– y que ubicaría la repetición de elecciones en un jueves, algo que atenta contra la tradición electoral del país. Cabe apuntar que Sánchez solo forzaría este calendario irreverente, si tuviera asegurada la certeza de que el 30 de diciembre sería investido presidente. Otras fuentes consultadas restan realismo a esta posibilidad y se resignan a enero ante la actitud de ERC, que necesita tiempo y margen ante los suyos para virar del «no» a la abstención. Esto genera un riesgo añadido, ya que en el PSOE son conscientes de que cuanto más se retrase el acuerdo, más se incrementan las opciones de que no llegue a materializarse. Pero solo quienes están al tanto del avance real de las negociaciones, el núcleo más próximo a Sánchez, manejan un calendario aproximado que se niegan a revelar. El mutismo es total, así como la opacidad de las conversaciones, incluso en el seno del propio PSOE, donde reconocen no saber «nada de nada».

Con todo, Sánchez ha buscado llenar de contenido una semana que supone en sí misma un fracaso, pues era la que se había ideado inicialmente para albergar la investidura. Con las reuniones con Casado y Arrimadas o las llamadas a los presidentes autonómicos, el líder socialista intenta trasladar el foco de atención lejos de la mesa de negociación con ERC para ganar tiempo y que las conversaciones avancen sin la presión de la opinión pública. Unas conversaciones que parecen haber encallado en la definición del «instrumento» para resolver el conflicto político desde la vía política, pero que pueden resolverse en cuestión de días.