La investidura de Sánchez
¿Regeneración democrática?
A medida que se despliega el relato de los acontecimientos sucedidos tras la moción de censura de mayo de 2018, se muestra con más nitidez la felonía de aquella iniciativa. Inmersos en la revolución digital, lo que antes llamábamos «hemeroteca», es hoy un testimonio demoledor contra la falsedad de los argumentos alegados para motivarla, y los objetivos que se pretendían con ella. La idea que los resumía fue la de «regeneración democrática», y la «corrupción del PP» su coartada, aprovechando que un juez –gratificado después por sus servicios, con la propuesta del PSOE para formar parte del CGPJ– había incluido una opinión particular respecto de la veracidad que otorgaba al testimonio de Rajoy en su declaración en sede judicial. Si esa motivación esgrimida por aquel «bloque político de la censura» –unidos tan solo por su desafección, odio a España y ambición por el poder– se manifestaba ya inconsistente, ahora la muestra obscena por la fuerza de los hechos acontecidos. La transparencia era otra virtud política que pretendían aplicar, y nos encontramos con un absoluto silencio por respuesta ante una colosal corrupción socialista con fondos ¡para combatir el paro! Esa «transparencia» la vemos también ahora en sus negociaciones con ERC para formar Gobierno de las que, por «discreción y prudencia» no se informa –degradación institucional de la Abogacía del Estado mediante–. Tampoco comparece Sánchez a fin de año, como es tradicional. «No hay nada que comentar», afirman. Nada digno, en efecto.
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