La investidura de Sánchez

Vicepresidente Iglesias: gracias a Junqueras y cordón a PP y Vox

Complaciente con Sánchez, el líder morado ejerce de «dos» y reconoce a los «presos y exiliados» independentistas su contribución al acuerdo de coalición

El nuevo tiempo para PSOE y Podemos es ya un hecho. Se confirmó ayer en la Cámara Baja, donde se produjo el abrazo que en julio no fue posible. Pablo Iglesias deja de ser el rival de Pedro Sánchez para convertirse en su vicepresidente. Ocho meses son los que separan un camino de vetos y acusaciones cruzadas al pacto llamado a «desbloquear» la situación política. «Pedro estarás al frente de una coalición progresista histórica. Para nosotros es un honor caminar junto a vosotros. Adelante presidente. Sí se puede». Con estas palabras, el líder de Podemos verbalizó –tras meses de negociaciones discretas– la nueva era en la que se pudo ver a un Iglesias con ecos de presidente. «No sólo ha hablado del programa que nos une, también ha relatado los retos de país que tiene ante sí el Gobierno de coalición. Ha señalado con acierto que la próxima etapa será de avances sociales y democráticos», aseguraba Iglesias de Sánchez.

Resumía la nueva premisa a la perfección la metamorfosis que ha experimentado el discurso del líder de Unidas Podemos desde el mes de julio. Lejos de los reproches vertidos en la investidura fallida, los elogios hacia Sánchez constituyeron el eje central de sus palabras. El líder de Podemos dirá «sí» por primera vez hoy y el martes en una investidura de Pedro Sánchez tras haberse abstenido en el Pleno de julio y tras haber votado «no» en 2016. Esta reconstrucción de la relación de ambos líderes choca con el afán de competitividad instalado en el partido morado desde su nacimiento. Si en 2016, Iglesias ponía a prueba la relación asegurando que el PSOE tenía «el pasado manchado de cal viva», Sánchez daba por finiquitada la relación este mismo verano asegurando que «no podría dormir por la noche» con miembros inexpertos de Unidas Podemos al frente del Gobierno.

Al margen de estrenar sobre la tribuna su nuevo papel como vicepresidente «in pectore», Iglesias centró su discurso en atacar a PP, Vox y Ciudadanos, «la derecha, la ultraderecha y la ultraultraderecha», según sus palabras. Les acusó a todos ellos de «despreciar a España». A su juicio, ese discurso de la «anti-España» retrotrae a la dictadura cuando «se asesinó a millares de españoles; se mandó a la División Azul a combatir junto a Hitler y que destruyó nuestra democracia».

Respecto a las críticas lanzadas contra Sánchez sobre su pacto con ERC, Iglesias salió en su defensa: «La tarea del próximo Gobierno será reparar las traiciones a la patria que han perpetrado ustedes». Defendió que también los diputados de ERC y de Bildu «representan a los ciudadanos». Quizá su momento más polémico llegó cuando realizó una interpelación directa al portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto: «Votaron en contra de la Constitución, se opusieron al divorcio y al matrimonio de gays y lesbianas. ¿Se imagina usted, señor Maroto, que no hubiera podido casarse?».

El final de su intervención lo reservó a las formaciones independentistas: «Sé que la mayoría van a seguir siendo independentistas y esto es legítimo. Pero hay valores democráticos que nos unen. La gente que nos ha votado a nosotros y que les ha votado a ustedes quiere que en esas cosas nos podamos entender». Iglesias subrayó que los líderes del 1-O son también artífices del nuevo gobierno, pues les reconoció –en alusión a Oriol Junqueras– que «algunos desde prisión han ayudado a este acuerdo y quiero darles las gracias».