España

Dolores Delgado, con carnet de sanchista y pupila de Garzón

Su mandato estuvo marcado por el caso Villarejo y por negarse a defender a Llarena o por poner la abogacía al servicio del «procés»

Dolores Delgado.Ilustración: Platón
Dolores Delgado.Ilustración: PlatónlarazonPlatón

La próxima fiscal general del Estado y ex ministra de Justicia en el anterior Gobierno de Pedro Sánchez, Dolores Delgado (Madrid, 1962), ganó su plaza de fiscal por oposición con tan solo 27 años, y desde entonces ha pasado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, la Fiscalía Antidroga y la Audiencia Nacional.

Delgado, Lola para los más íntimos, ostenta una marca difícil de batir: haber sido reprobada en tres ocasiones por el Parlamento, dos en el Congreso y una en el Senado. En una de las ocasiones, por su tibieza en la defensa del juez instructor del «caso del Procés», Pablo Llarena, tras la demanda que los independentistas catalanes presentaron contra él ante la justicia belga.

Pero aún tuvo mayor resonancia mediática su relación con el controvertido ex comisario José Villarejo, después de que en septiembre de 2018 se hicieran públicas unas grabaciones de la comida que la ex ministra, entonces fiscal de la Audiencia Nacional, mantuvo con aquél en 2009. En una de las grabaciones, Delgado califica de «maricón» al hoy ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, cuando éste era juez de la Audiencia Nacional.

Delgado negó haber pronunciado esa expresión y se defendió con el argumento de que los audios de la comida habían sido manipulados. Sin embargo, desde su ministerio se hizo público un comunicado en el que se afirmaba que «en ningún caso» pretendía la entonces fiscal «denigrar» a Grande-Marlaska. En otra grabación durante esa misma comida con Villarejo, a la que también asistió el ex juez Baltasar Garzón, Delgado afirmaba que prefería «los tribunales de hombres, porque son más previsibles; de tías no quiero». Precisamente su estrecha relación con Garzón le granjeó también muchas críticas y recelos. Ambos mantenían desde hacía 25 años una profunda amistad en lo personal y en lo profesional, labrada en las múltiples causas judiciales en las que ambos coincidieron, desde el narcotráfico al crimen organizado o el terrorismo etarra.

Delgado, madre de dos hijos, nunca ocultó su profunda admiración por Garzón, del que llegó a decir en una ocasión que «se ha convertido en un modelo de juez que muchos jóvenes quieren emular». Pero ninguno de los dos pudo evitar que esa explícita cercanía de juez y fiscal diese lugar a múltiples comentarios y chascarrillos, no siempre bien intencionados, en el mundo de la judicatura.

La ex ministra de Justicia fue coordinadora de terrorismo internacional durante su etapa como fiscal de la Audiencia Nacional, en la que dirigió varias operaciones contra el yihadismo que dieron lugar a sentencias condenatorias. Uno de sus mayores logros fue la condena a doce años de prisión, tras la conocida como «operación Caronte», de una decena de militantes yihadistas que fueron detenidos en 2015.

Firme defensora de la justicia universal, encabezó la acusación contra el ex militar argentino Adolfo Scilingo, que fue condenado a más de 1000 años de cárcel por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar argentina, especialmente los conocidos como «vuelos de la muerte». Sin embargo, no dudó en oponerse firmemente a la entrega a Suiza, en 2013, del ingeniero informático del banco HSBC Hervé Falciani, argumentando que el robo y la posterior filtración de documentos que llevó a cabo, primero en Francia y más tarde en España, habían permitido «cazar» a grandes defraudadores fiscales.

Sus defensores sostienen que Lola, miembro de la Unión Progresista de Fiscales, es contundente en la sala judicial y afable fuera de ella. Durante su mandato como ministra de Justicia fue instruido el expediente de la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos, un acontecimiento histórico y mediático del que Delgado dio fe en su calidad de notaria mayor del Reino.

La llegada de Delgado al Ministerio de Justicia de la mano de Pedro Sánchez fue bien acogida por jueces y fiscales. Pese a las numerosas críticas de las que fue blanco y las polémicas protagonizadas durante su etapa como ministra, el presidente mantuvo su confianza en ella.

Ahora será el CGPJ, que ella trató de renovar, sin éxito, el que deberá pronunciarse sobre la idoneidad de Delgado para ocupar el cargo de fiscal general.