España
Génova frena el pulso de Álvarez de Toledo por tomar el mando
El líder en Barcelona critica la designación de la portavoz nacional como candidata en la ciudad condal. Roces con el grupo del Congreso al intentar ir «por libre»
El nuevo Congreso no ha empezado a andar, pero el presidente del PP, Pablo Casado, tiene encima de la mesa el problema de las tensiones provocadas por la designación de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso de los Diputados. Las formas y el fondo molestan en el grupo parlamentario, ampliamente renovado en las candidaturas de las elecciones generales de abril, pero de acuerdo con los criterios impuestos por Génova.
La nueva portavoz ha tenido ya sus primeros roces con Génova, donde no están de acuerdo en que maneje a su libre albedrío la política del grupo, sin someterse a la uniformidad de la estrategia del partido. Ella quiere mandar. En Génova discuten que no acepte que por encima de ella hay otra autoridad. El sentido de esta voluntad de coordinar la estrategia es evitar estridencias parlamentarias que desentonen con el mensaje más global del partido.
En las baronías temen que Álvarez de Toledo haga de su capa un sayo, pero estos recelos los comparten otros dirigentes del Comité de Dirección del partido. En la etapa anterior, con Mariano Rajoy como presidente del PP y como colaboradora dentro del equipo de Ángel Acebes, la hoy portavoz ya se señaló por entender que podía imponer su criterio sin someterse a otras claves del funcionamiento interno de la organización política.
Vox es otro factor de desestabilización en la relación de Álvarez de Toledo con el partido ya que la dureza de su tono y su discurso en cuestiones polémicas y de más sensibilidad social, el debate del feminismo o el consentimiento en las relaciones sexuales, la acercan al partido de Abascal frente al tono moderado que propugnan en otros sectores del PP. Desde fuera de Madrid son mayoría los que creen que el PP se equivoca si entra en las «trampas» de Vox. Y advierten de que Álvarez de Toledo no deja pasar «un charco sin pisarlo». Pablo Casado ya tenía conocimiento de los recelos que generaba Álvarez de Toledo en su partido y hasta del rechazo a su nombramiento. Tomó la decisión a sabiendas de que incluso en su entorno había quienes le desaconsejaban elevarla a la portavocía de la Cámara Baja.
Ayer la tormenta llegó desde Barcelona, donde el concejal del PP en el Ayuntamiento, el empresario catalán Josep Bou, expresó con total sinceridad su opinión sobre la decisión de Casado de designarla como candidata por la Ciudad Condal en las elecciones generales. Bou ya ha demostrado en otras ocasiones que no tiene pelos en la lengua y que opina con total libertad, como independiente que es, sin dejarse llevar por argumentarios de partido y con el margen de tener una consolidada trayectoria profesional detrás que le libera de la atadura de depender del «dedo» del presidente del Partido Popular. Ayer explicó que la candidatura de Álvarez de Toledo fue un error porque «los catalanes queremos gente de casa y ella no era la mejor persona para hacer proselitismo entre los electores de Cataluña». En declaraciones a Radio 4 reivindicó la necesidad de que el PP «tiene que tener gente aquí, que sea catalana, que tenga apellidos catalanes y que hable en catalán» porque –dijo– en las comarcas se preguntan «¿no tenemos gente de casa, catalanes, para que vengan de fuera?».
Pese a esta apreciación política, también precisó que a Álvarez de Toledo la tiene un aprecio excepcional porque «es una gran persona y tiene muchas cosas en la cabeza, pero su elección fue un error porque serviría para Madrid, Ciudad Real y Toledo, pero para aquí no porque la gente que estaría dispuesta a votar no se mueve por la cercanía que pueda manifestar la presidenta del grupo parlamentario popular en el Congreso».
Álvarez de Toledo ya tuvo un choque frontal con el PP vasco, que provocó la solidaridad con este último de otras organizaciones regionales. No aceptan que reprochase a los populares vascos sus malos resultados electorales, con lecciones de lo que supone no abandonar la defensa de los principios, mientras que su aportación en Cataluña, según le echan en cara, se ha saldado con los peores resultados también históricos del Partido Popular en esa comunidad autónoma.
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