Defensa
Boinas verdes 4.0: así será en el futuro la unidad de élite del Ejército de Tierra
La unidad de élite del Ejército de Tierra aspira a contar en 2035 con la tecnología más avanzada, como nanorobots o inteligencia artificial. Aumentará de 900 a unos 1.300 sus efectivos
Las Fuerzas Armadas llevan tiempo preparándose para lo que se ha denominado «Horizonte 2035». Las amenazas cambiantes y un futuro incierto obligan a trazar planes para adaptarse a ese escenario en el que las nuevas tecnologías serán claves. Todos las unidades ya caminan hacia ese horizonte y entre ellas está el Mando de Operaciones Especiales (MOE), la élite del Ejército de Tierra, que trabaja con su propio plan: «MOE 35». El objetivo, según explica a LA RAZÓN su jefe, general de brigada Raimundo Rodríguez Roca, es contar con «una fuerza adaptada a los nuevos tiempos, pequeña, muy especializada, con tecnologías de última generación y preparada para cumplir sus misiones».
Es, tal y como lo define, «un proceso necesario y coherente con la cuarta revolución industrial en la que nos adentramos. Una especie de MOE 4.0». Un proceso del que debería surgir una unidad «integrada por un capital humano con una mentalidad totalmente digital».
Y eso, claro está, exige una reorganización e ir cumpliendo poco a poco una serie de hitos. «Tenemos que ser ágiles. Nadie va a esperar a que te reorganices», cuenta el general. «Los primeros cambios los veremos a lo largo de 2020. Vamos a disponer de más cantidad y más calidad en nuestro capital humano. Y a corto plazo, hasta 2022, «continuaremos completando nuevas capacidades y tecnologías de última generación».
En lo que se refiere a ese capital humano (los conocidos como guerrilleros o boinas verdes), su jefe explica que «el MOE es una fuerza reducida y, aunque vamos a crecer, seguiremos siendo muy pocos», entre otros motivos, porque generar ese personal altamente cualificado lleva unos tres años porque «los estándares de calidad son muy elevados. No podemos generarlo en masa». Aun así, la intención es, durante los próximos años, ir aumentando el número de efectivos para pasar de los cerca de 900 actuales a unos 1.300.
Además, apunta que, “para ajustarnos a la realidad de la disponibilidad de recursos de personal de nuestro Ejército de Tierra”, se llevará a cabo «el rediseño y redistribución de las capacidades» de los cuatro Grupos de Operaciones Especiales (GOE) actuales para terminar con «grupos más fortalecidos». Al mismo tiempo, dispondrán de «nuevas estructuras logísticas que nos permitirán ser más eficaces».
Lo que también se llevará a cabo son cambios en los propios equipos operativos, dando todavía más prioridad a capacidades claves, como «los idiomas y el entendimiento cultural de las áreas en las que nos desplegamos y que son capacidades militares esenciales». Y es que, recuerda Rodríguez, «nuestro trabajo no consiste únicamente en realizar acciones directas. El grueso de nuestro trabajo es un enfoque indirecto del empleo de la fuerza», como la Asistencia Militar a otros países.
Una reestructuración importante para adaptarse a los retos que se les presentan a los boinas verdes. El general hace hincapié en que «estamos más en un cambio de época que en una época de cambios. Un panorama cambiante y de incertidumbre que va a continuar y que obliga a estar preparado para una amplia variedad de retos». Y entre ellos, destaca dos. El primero viene derivado de la lucha contra el terrorismo internacional y continuarán afrontándolo «de manera indirecta, empleando una herramienta tan eficaz como la asistencia militar» para formar a ejércitos que quieren fortalecer sus capacidades.
En cuanto al segundo, el cual «se va a incrementar en el futuro», se refiere a una «situación de enfrentamiento oculto» derivada de las «ambiciones de determinados países revisionistas que tratan de alterar el equilibrio de poder establecido». Esto es, ante un posible escenario de conflicto, infiltrar estratégicamente en el terreno equipos de manera permanente para ir preparándolo. Y aunque parezca lo contrario, se trata de una acción delicada, ya que en ese escenario también se ocultarán efectivos de esos países revisionistas en «una zona de competición que se libra bajo el umbral de la guerra».
Y para hacer frente a esos retos, el MOE necesita de los últimos medios y de la tecnología más avanzada, para lo que juega un papel esencial su unidad de Experimentación e Innovación, la cual «explora y experimenta los nuevos materiales y equipos que pueden proporcionar una ventaja en el campo de batalla».
Como ejemplo, el general habla del Vehículo Medio de Operaciones Especiales (VMOE), «uno de sus mejores productos» y del que dispondrán de una veintena. Se trata de un vehículo que proporciona un incremento de movilidad, potencia de fuego, protección y autonomía logística que facilita operar durante largos periodos de tiempo y «combatir en pequeños equipos, aislados en territorio hostil o alejados de apoyos y bases propias».
Además de la movilidad, la «inteligencia de imágenes» seguirá siendo importante en el campo de batalla, por lo que los boinas verdes continuarán incorporando drones de distintas clases (desde los de apenas 10 centímetros, como el «Black Hornet», a otros más grandes, como el «Orbiter 3»), que «proporcionan precisión, seguridad y protección».
Pero sobre todo, ese futuro requiere de otros avances como son la robótica y la inteligencia artificial. «Por separado son importantes, pero la fusión de ambas implicará un salto cualitativo de mayor alcance», destaca el general. «A corto plazo», considera clave «la robótica terrestre, que permitirá movimientos por el interior de edificios o túneles con mayor seguridad, evitando trampas y sorpresas».
Y «a medio y largo plazo» mira a «la nanorobótica, que va a permitir infiltrarse en grupos de difícil acceso y conseguir una información de gran calidad de explotación en tiempo real». Además, añade que fusionar la robótica y la nanorobótica con la inteligencia artificial «permitirá desarticular con mayor velocidad redes de terrorismo internacional». En este punto no se olvida de los «drones en enjambre coordinados con inteligencia artificial» para «aislar zonas, cubrir flancos o defender espacios de difícil acceso».
Y ya están estudiando con universidades proyectos para sistemas de medición de constantes y variables que, en un futuro, incluiría «prendas inteligentes que permitan la medición de constantes físicas como la pérdida de agua, la tensión o el nivel de azúcar».
Una unidad con 55 guerrilleras
En cuanto a la presencia femenina en esta unidad de élite, la cual la ministra Margarita Robles se comprometió a impulsar, el general recuerda que «siempre ha habido mujeres en el MOE». En la actualidad hay unas 55, el 6%, en diferentes empleos de soldado a capitán. Y hace hincapié en que «son bastantes las que han finalizado con éxito la cualificación necesaria para pertenecer a equipos operativos. Despliegan en operaciones como cualquier otro militar del MOE. Su trabajo es impecable y de calidad».
En este punto, después de ciertos rumores sobre si ese impulso a la presencia femenina implicaría la entrada de mujeres que no hubiesen superado el exigente curso, el general deja claro que «ser de Operaciones especiales no significa únicamente haber realizado un curso de 10 meses de cualificación. Los que lo finalizan son necesarios en los equipos operativos, pero el MOE es más que eso». Se refiere a que hacen falta muchas otras capacidades para que no haya opción al fallo. «¿Cómo podríamos funcionar sin nuestros complejos sistemas de transmisiones?», se pregunta para responderse él mismo: «Gracias a un gran equipo de profesionales altamente cualificados cuyo trabajo es exclusivamente ese y de cuya calidad dependemos para sobrevivir en el campo de batalla».
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