España

Sánchez consulta a Iglesias antes que a sus propios ministros

El líder morado es bien valorado en Moncloa. Conoce de primera mano la información que se mueve y ha sido incluido en los «maitines» del Gobierno

Como si no hubiesen sido rivales políticos. Atrás queda un camino interminable de reproches mutuos, vetos e insomnios. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias celebraron este jueves el primer mes desde que echara a andar la coalición. Un corto espacio de tiempo en el que en los senos de ambos partidos se sembraban serias dudas de la viabilidad en el tiempo del Ejecutivo con dos patas. Los 1.400 días que prometía el presidente del Gobierno de estabilidad se antojaban insuperables pues, había que enlazar dos gobiernos con distintos posicionamientos en uno, evitar salidas de tono y crisis de poder y asumir como mantra la discreción y la sumisión al líder socialista. 31 días después, el Gobierno funciona de manera coordinada. Existe consonancia y de momento impera la palabra «lealtad» entre los ministros socialistas y morados, que ya no son de dos partidos, sino solo ministros del Gobierno de España, en palabras de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

La relación entre el presidente y el vicepresidente segundo está superando todo tipo de expectativas y los asuntos que antes habrían creado discrepancias hoy no son escollos. El nombramiento de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado, la confirmación de José Félix Tezanos al frente del CIS, el «caso Ábalos», o asumir que la reforma laboral no podrá ser derogada completamente, trágalas para los ministros morados, que han sido asumidos y apoyados sin crear fricciones. «Estoy de acuerdo con cualquier decisión del presidente», llegó a decir Iglesias sobre el nuevo cargo de la ex ministra de Justicia como Fiscal General del Estado.

Sorprenden incluso en los cuarteles generales de ambos partidos. Sánchez ha pasado de no poder dormir con ministros de Iglesias a hacer vicepresidente a éste y a convivir con cuatro dirigentes morados más. Iglesias también ha cambiado de posición, pues poco queda de aquel líder de Podemos que acusaba al socialista de no tener palabra. Si antes el contacto se tornaba lejano y se canalizaba a través de interlocutores, ahora es continuo y directo, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias hablan a diario y entre ambos se ha forjado una relación estrecha. La confianza forjada se demostrará en los próximos meses, aunque el entorno cercano al líder morado nunca ha negado sus recelos sobre la figura del presidente. Pero el demostrar que Podemos puede ser un partido de gobierno suma en la balanza final y de ahí el cambio de actitud y la sumisión del argumentario político socialista.

En Moncloa analizan ya ese cambio en la relación por ambas partes y la ratifican avanzando que Pablo Iglesias es un peso altamente valorado en el Gobierno. Ejemplifican, asegurando que es uno de los que conoce de primera mano la información que se mueve en Moncloa. Pedro Sánchez llama a Pablo Iglesias para informarle de sus pasos antes que a otros de sus ministros, zanjan las citadas fuentes para evidenciar la buena sintonía.

Una hoja de ruta que nace del propio presidente en pro de evitar cualquier tensión en la coalición; hacer partícipe a Iglesias de sus movimientos y coordinar los fuegos internos entre ambos, es una de las vías que emprende ahora Pedro Sánchez para conseguir la estabilidad de su legislatura. El propio presidente ha dado más pasos en ese sentido y el pasado lunes renovó el formato de las reuniones que mantiene habitualmente con sus cargos de confianza. Cambió la cita de «maitines» del lunes por la mañana para incluir a Pablo Iglesias como vicepresidente, de ahí que éste conozca de primera mano las decisiones a tomar en el Gobierno y también en su partido. Habitualmente, a esas reuniones en las que se trataban las directrices más importantes de la semana con los pesos pesados del Gobierno y del partido acudían la vicepresidenta Carmen Calvo, el secretario de Organización del PSOE y ministro de Transportes, José Luis Ábalos, la portavoz parlamentaria Adriana Lastra y el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver. Ahora también compartirán mesa con Pablo Iglesias y las vicepresidentas Nadia Calviño y Teresa Ribera, junto a otros dirigentes del partido morado.

El balance dentro de La Moncloa sobre la convivencia en este primer mes apunta a una coordinación y complicidad entre los dos partidos. Se muestran conformes y aseguran que la interacción está siendo «positiva». Reconocen que la falta de experiencia de los morados se suple con las «ganas» con las que han desembarcado y que «todo lleva su rodaje». El gobierno «de diferentes» está resultando positivo hasta ahora. Los 22 ministros están cumpliendo el mandato que hizo Pedro Sánchez en su primera declaración institucional como presidente. «El gobierno tendrá varias voces, pero una sola palabra». Ministros y dirigentes socialistas reconocen ya tanto en público como en privado la solvencia de sus nuevos compañeros, a los que adjetivan de trabajadores y responsables.

Precisamente fue en el mes de noviembre cuando socialistas escépticos con la coalición comenzaban a creer en ella. Una vez firmado el acuerdo programático, Pablo Iglesias daba las primeras muestras de fidelidad, asumía las limitaciones de «gobernar en minoría dentro de un Ejecutivo compartido con el PSOE» y que durante este nuevo camino su formación se encontraría muchos «límites y contradicciones» y admitía que su formación tendría «que ceder en muchas cosas». En este mes de gobierno del lado morado, los socialistas han encontrado unidad y respeto, a pesar de que estos trágalas les hayan restado saldo ya entre sus adeptos, que comienzan a bramar contra los «sapos» que los de Iglesias están aceptando. Estas cesiones, sin embargo, son parte del precio a pagar por Pablo Iglesias, que se ve bien en el traje de vicepresidente fiel que le ha abierto las puertas de La Moncloa. Es consciente el líder de Podemos de que, si la coalición decae, las consecuencias electorales para su partido y políticamente para él serían altísimas. De momento, en el Congreso, el partido ha modulado su discurso para evitar roces con el Gobierno, y esta por analizar el posible coste que a la larga puede provocar las renuncias programáticas en esta etapa de gobierno.