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Los «barones» del PP diluyen la coalición con Ciudadanos

Consideran que la refundación debe comenzar desde un planteamiento nacional. Ni País Vasco ni Cataluña lo ven como una suma para Génova y suben el precio del acuerdo de febrero

Alonso, Casado y Borja Sémper coincidieron ayer en Madrid en la presentación del libro de González Pons / Gtres
Alonso, Casado y Borja Sémper coincidieron ayer en Madrid en la presentación del libro de González Pons / GtresDaniel GonzalezGTRES

El pacto electoral entre Partido Popular y Ciudadanos (Cs) para las elecciones autonómicas que se celebran este año cojea cada vez más. Las dos partes están obligadas a que, si sale mal, sea el otro el que aparezca como responsable de un nuevo pinchazo de la operación de reunificación del centro derecha. Pero en el PP cada vez son más los que reconocen que en los términos fijados por Arrimadas, y en clave estrictamente autonómica, es un error y una «trampa» de Ciudadanos. Y en Ciudadanos son cada vez más los que asumen que debe quedarse en una operación estratégica de Inés Arrimadas para ocupar espacio. Nada más.

Ahora bien, Génova sigue trabajando en el pacto. Y Ciudadanos, también, con reuniones para dar contenido a lo del acuerdo transversal con socialdemócratas, víctimas del terrorismo o representantes de la sociedad. La dirección popular abrió oficialmente a principios de semana la negociación con la formación naranja. Pero ya no es solo el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el que rechaza la fórmula de suma de siglas que plantea Arrimadas, precisamente por la razón de que no suman electoralmente más ni mejora la posición de su partido en Galicia, ni tampoco en Cataluña ni en el País Vasco. Este argumento, que explicó en «La Brújula», en Onda Cero, cuadra con su posición pública contraria a participar en la operación de unión de siglas que capitanea Arrimadas bajo la atractiva pancarta de la unión constitucionalista.

Hay más «barones» que dudan del interés estratégico de esta alianza autonómica coyuntural por las mismas razones que alega Feijóo y convencidos, como él, de que la refundación debe comenzar desde un planteamiento nacional antes de entrar en el terreno autonómico.

Estas mismas dudas existen en Cataluña y en el País Vasco, aunque oficialmente se dejen llevar por la inercia generada por la propuesta lanzada por Arrimadas y que se ha hecho con el control de la agenda electoral del bloque del centro-derecha. Incluso afecta a la estrategia de quien se ha quedado fuera del juego, el partido de Santiago Abascal. Y que sí puede sumar de ir por libre.

En los dos territorios en los que se espera que se cierre el acuerdo en los próximos días se escuchan recelos y similares críticas a la propuesta de Arrimadas. El plazo presiona porque desde la convocatoria electoral, formalizada el pasado lunes en País Vasco y Galicia, hay diez días para presentar las coaliciones y veinte para cerrar las listas electorales.

En Cataluña, la realidad es que en ninguna encuesta suma más el Cataluña Suma que la concurrencia por separado de las dos siglas. PP apunta al alza; Ciudadanos, a la baja. Juntos, no hay ningún sondeo que les dé más de 20 escaños, con el problema añadido de que esa alianza da espacio a Vox para que encuentre más hueco desde una posición claramente diferenciada y con un discurso extremo en la confrontación con el independentismo. Ciudadanos fue la fuerza más votada en las elecciones autonómicas de 2017 con más de 1,1 millones de votos y el 25,35 por ciento de los votos. El PP consiguió sólo 4 escaños y dejó de tener hasta grupo propio en el Parlamento de Cataluña.

Los sondeos apuntan a un desplome de la formación naranja, que puede perder hasta dos tercios de su actual representación. Muchos de esos votos se pierden o se van al socialismo porque la caída de Ciudadanos no es en ningún caso proporcional a la mejora que experimentan las siglas del PP, o también puede que beneficien a Vox, que podría irrumpir por primera vez en la Cámara catalana.

Los datos que maneja el PP coinciden con los sondeos y niegan que Cataluña Suma gane votos y escaños con respecto a los resultados que PP y Ciudadanos obtendrían por separado.

Desde la formación popular catalana precisan que la división del centro derecha penaliza en las elecciones generales en las circunscripciones con muy pocos diputados. Precisamente, subrayan, donde hasta ahora Ciudadanos no ha querido saber nada del PP porque «sólo quieren la unión donde les interesa». Por cierto, el mismo argumento que utiliza Arrimadas para afearle al PP que Feijóo se niegue a aceptar un Galicia Suma en el que se mezclen las dos siglas, las del PP con mayoría absoluta en la actualidad y las de Ciudadanos, sin representación en el Parlamento gallego y sin ningún diputado en el Congreso por esa circunscripción electoral.

En las filas populares cunde la sospecha de que «la reunificación llegará de forma natural cuando Ciudadanos vea que no puede remontar». «Por eso les preocupa tanto Cataluña, si pasan de 36 a 10 están muertos», apuntan.

La música suena parecida en el País Vasco, aunque a simple vista parezca el feudo donde puede ser más fácil el acuerdo y donde, en realidad, es más urgente porque ya hay fecha para las urnas. También en Galicia, pero por más que presione Arrimadas no entrará en el intercambio de cromos tal y como plantean los naranjas. Feijóo ofrece sus siglas a los cargos y a los votantes de Ciudadanos, eso sí, en un contexto complicado en el que la batalla por la mayoría absoluta está muy ajustada frente a la presión de la alianza de los socialistas gallegos con la representación de Podemos y hasta de ERC.

Pablo Casado necesita la reunificación del voto del centro derecha si quiere algún día volver a La Moncloa. Pero lo que dicen sus barones es que ellos también quieren esa reunificación, pero «o culmina en generales o es una trampa». «Y parece una trampa. Para que pueda hacerse antes, habría que ver voluntad real de unir y no simplemente de enfrentar a Feijóo y a Casado, y de desgastarnos, que es lo que está haciendo Ciudadanos».

En el País Vasco recuerdan que en las últimas elecciones Ciudadanos sacó allí el 1,1 por ciento porque «se les considera antivascos por su posición sobre el Concierto». «Es esencial mantener el discurso, muy dudoso el beneficio de perder la marca y extraordinariamente generoso dar representación a quien no tiene estructura ni afiliación ni líderes reconocibles y ni un solo cargo público en todo el País Vasco». La impresión, dicen, «es que Arrimadas va a otra cosa por sus necesidades internas, y la línea roja es la foralidad», pero si de lo que se trata es de sumar, «estamos encantados».

Ciudadanos, por su parte, también tiene tensiones internas para avanzar por el camino de la fusión con el PP. Arrimadas está en una situación de interinidad hasta que se resuelva el nuevo liderazgo del PP en el Congreso del partido. Pero, además, el gran reto de Ciudadanos es encontrar su sitio frente al PP después de la debacle electoral de las últimas generales y cortocircuitar la amenaza de que acabe fagocitado por Génova, operación en la que trabaja Pablo Casado.