País Vasco

“PP+Cs”: un arriesgado noviazgo

Supongo detrás de este lío una gran operación de absorción de Cs por parte del PP. Y esto solo podría avanzar si se siembra para que mandatarios y seguidores de ambas formaciones deseen caminar juntos

Pablo Casado y Alfonso Alonso
Pablo Casado y Alfonso Alonso, en un acto de campaña en BilbaolarazonH.BILBAO / EUROPA PRESS

En política siempre hay que intentar no desentonar. Lo que ocurre es que a veces no se logra. Hay momentos en los que es importante tomar decisiones arriesgadas que pueden incluso chirriar a los tuyos más cercanos, pero se adoptan para, a la larga, conseguir mejores posiciones. La transacción para la coalición del PP y Cs en el País Vasco sería un ejemplo. Se dirá que no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos. Aunque peor no se podían hacer las cosas. Ciertamente, ahora mismo lo que produce la visión de los acontecimientos es bochorno. Y lo más sencillo es decir (cuando tan de actualidad está el “Delcygate”) que se ha vuelto a exhibir la “falta de diplomacia” de Teodoro García Egea.

El secretario general popular ha hecho un encaje de bolillos que ni pensado para zarandear a sus siglas. Al menos, contemplado el panorama en el plazo próximo. Salvo que se busque otorgar una dosis de oxígeno a Inés Arrimadas, que en este momento no tiene sencilla su posición. Y todo es posible. Vale la pena recordar que, cuando el Partido Popular tuvo en su horizonte el paisaje fúnebre de perder Madrid, Castilla y León o Murcia, la tenacidad de Arrimadas hizo que el pacto de naranjas y populares llegase a puerto. La lideresa liberal debió batallar contra voces significativas en su partido que deseaban echarse en los brazos del PSOE para ver a los de Pablo Casado tirados en la lona por inanición de poder. De bien nacido es ser agradecido. Y el político murciano lo es.

Con todo, es cierto que estas horas caóticas del acuerdo para el País Vasco han dejado a Alfonso Alonso en una inaguantable posición, después de la cual, lógicamente, no podía ser ya el candidatos a las próximas elecciones, Veremos si continúa como presidente del PP vasco. También es verdad que el acuerdo entre los partidos, alcanzado a contrarreloj, constituye un remiendo que poco aportará electoralmente en las citas electorales próximas. El forzado apaño servirá así únicamente para dar entrada en la cámara de Vitoria a Ciudadanos que apenas cuenta con un centenar de afiliados y no tiene un solo cargo público en un enclave donde ha contado con problemas de implantación y un historial de dimisiones y dedazos.

Mientras, es innegable que el mimo puesto por el número dos del PP para reconstruir el espejo roto de Arrimadas tras el portazo de Alberto Núñez Feijóo en Galicia había deteriorado sin arreglo la imagen de Alonso. Era un candidato achicharrado. A pesar de las numerosas llamadas desde la misma sede de Génova a los medios de comunicación, Alfonso Alonso se enteró por la prensa de los pormenores de la negociación y sus intentos de hablar con Casado en distintas ocasiones fueron infructuosos. Luego, Ana Beltrán, vicesecretaria de Organización, le convocó por whatsapp a media noche para que acudiese la mañana siguiente al cuartel general de la gaviota para echar un vistazo a un pacto que afectaba a los mimbres regionales que él dirige.

Los secretarios generales en los partidos políticos no tienen entre sus funciones estatutarias contentar a todos. Casi siempre, les corresponde bailar con el palo de la escoba. Teodoro García Egea no es una excepción. Tampoco le han tocado tiempos cómodos. Hambre y frío son ahora norma en su formación. Barones regionales con quienes comparto interlocución lamentan con frecuencia los recelos que está provocando en las organizaciones territoriales. Hasta en el poderoso PP de Galicia se habla de un secretario general que desconoce los límites. Palabras mayores.

Ahora, en el caso que nos ocupa, se supone que la mano derecha de Pablo Casado no ha buscado cerrar el pacto vasco, que se ha llevado por delante a su hombre en el País Vasco, como mero cambio de cromos: yo te doy unos puestos aquí y tú, dentro de unos meses, me los devuelves en Cataluña. Me niego a creer tanta superficialidad en el modus operandi de dirigentes máximos de un gran partido. Más bien supongo detrás de este lío una gran operación de absorción de Cs por parte del PP. Y, claro, esto solo podría avanzar si se siembra para que mandatarios y seguidores de ambas formaciones deseen caminar juntos. Guste o no, Arrimadas y Alonso son hoy la cara y cruz de una moneda en la mano de Casado. Definitivamente el líder popular ha sentenciado.