El Gobierno de Pedro Sánchez
Marta Pascal quiere construir un PNV catalán para hacer frente a Puigdemont
Tensiones en el soberanismo: la senadora dejará su acta y buscará unir a los descontentos del PDeCAT con un discurso moderado de cara a las próximas autonómicas
El que se mueva no sale en la foto. Esta frase se le atribuye al que fuera vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, que dirigía con mano de hierro la vicesecretaría general del PSOE. Ahora, Carles Puigdemont ha hecho suya esa premisa y quien discrepa es arrinconado en ese complejo mundo de Junts per Catalunya, los herederos de la desvencijada Convergència Democràtica de Catalunya, la derecha nacionalista catalana. Ayer mismo se pudo ver el último ejemplo. Torra hizo pública la lista de miembros de la delegación catalana en la Mesa de Gobiernos y todos los miembros de Junts per Catalunya son partidarios de Puigdemont. Ni un solo crítico tuvo espacio.
Marta Pascal lo sabe bien desde hace tiempo. Fue la primera que puso pie en pared contra Puigdemont y le echó un fuerte pulso en el 2018 a cuenta de la moción de censura que presentó Pedro Sánchez. Sin los votos, del entonces PDeCAT, la moción hubiera fracasado y así lo reconocen en el entorno del presidente: «La moción tiene un nombre y ese es Marta Pascal». Su osadía le costó el puesto de coordinadora general del PDeCAT en julio de 2018.
Las relaciones en esos días iban de mal en peor. Puigdemont convocó en mayo una cita en Berlín para analizar la designación de Joaquim Torra como candidato a la presidencia de la Generalitat. Citó a la cúpula del PDeCAT –Marta Pascal, Mercè Conesa y Neus Munté– que se enteró de las intenciones de Puigdemont cuando estaban subiendo al avión. Al llegar, Torra ya era candidato. En junio el pulso subió de nivel en el Congreso de los Diputados y junto a Pascal cayeron dos históricos del partido, Carles Campuzano y Jordi Xuclà. Puigdemont los quitó de la foto.
A Pascal sólo le quedó su acta de senadora autonómica. La logró en mayo del 2018 cuando las cosas iban mal, pero los platos no estaban rotos. Ahora lo deja, harta del hiperliderazgo de Puigdemont y del ninguneo a los cargos del PDeCAT, que son los que tienen la implantación territorial, y al propio partido que «ni pincha ni corta en la estrategia. Todo se decide en Waterloo», afirman fuentes que prefieren el anonimato.
Marta Pascal ha mantenido desde su cese la discreción, pero no el silencio. Ha mantenido contactos con los descontentos en su partido que dieron el primer paso en septiembre de 2019 en una reunión en el Monasterio de Poblet, a la que asistieron entre otros, Lluís Recoder, ex alcalde de Sant Cugat y ex consejero de Territorio. Poco antes, en abril del mismo año, Pascal lanzó un mensaje inequívoco: «No se puede dirigir Catalunya desde Waterloo», en clara referencia a Puigdemont.
La senadora mantendrá su acta hasta el próximo plenario, pero sus intenciones son muy definidas. Ha escrito un libro, «Perder el miedo», ha anunciado que deja su acta, mantiene reuniones con los cuadros del partido y se lo comunicó a Puigdemont. El jueves por la mañana se entrevistó con Puigdemont y le comunicó su decisión. Algunas fuentes apuntan que también le dijo que no iba a abandonar la política, una forma de insinuar que está dispuesta a dar el paso. Desde su entorno lo dicen muy claro: «Marta no tiene nada que perder», lo que implica que la posibilidad de que cuaje una candidatura al margen de JxC, lo que pondría en cuestión la hegemonía de Puigdemont.
«El movimiento ahora va en serio», afirman fuentes conocedoras de la situación. El objetivo presentarse a las elecciones con un discurso moderado, independentista que rechaza la unilateralidad, y la formación «de un partido similar al PNV» que no divague en el eje izquierda-derecha. El periodista Carlos Castro en su libro «Cómo derrotar al independentismo, en las urnas», apunta que el voto nacionalista huérfano de referencia podría obtener entre cuatro y seis diputados, rompiendo el actual mapa político catalán.
Este es el objetivo último del grupo de Poblet, y de la propia Pascal, romper la hegemonía del independentismo irredento de Puigdemont que «se parece más que nunca a la CUP», y lejos de la izquierda que representa ERC. Los díscolos del PDeCAT, que trabajan para incorporar a los cuadros municipalistas del partido, quieren sumar a su proyecto a Units per Avançar, formación heredera de Unió Democràtica, que está dispuesta a explorar una nueva alianza. Units se presentó de la mano del PSC en las elecciones de 2017, pero ambos partidos entienden que aquella alianza «venía marcada por la situación del momento», y ven lógico que ambos exploren diferentes posibilidades.
En este segmento también se encuentran Lliures y Lliga Democràtica. estas formaciones celebrarán un congreso de fusión el próximo mes. Sin embargo, las posibilidades de acuerdo están lejanas, aunque desde Units y desde el grupo de Pascal no se descartan fichajes individuales de este entorno. Con el que no parece que haya ninguna posibilidad de alcanzar acuerdos es con Manuel Valls que está valorando la posibilidad de presentar una candidatura.
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