Política
Proyecto Aktion 1939
Es preciso alzar la voz, a tiempo y a destiempo, ante el intento de nuestro «progresista» Gobierno de «silenciar» el debate público y social sobre la eutanasia –que pretende legalizar la «ayuda a morir para dejar de sufrir»–, en lugar de aliviar el sufrimiento para vivir dignamente mediante cuidados paliativos en ese trance decisivo de la vida.
Es tanto lo que nos jugamos, que es un deber moral y ético explicar claramente lo que se pretende: nada menos que modificar la calificación jurídica de una conducta –facilitar el suicidio–, actualmente tipificada como delito en el CP, para que pase a ser per saltum un derecho reconocido por la ley. Este salto «jurídico mortal» –nunca mejor dicho– ya evidencia que estamos ante una clara aberración. Y los de siempre pretenden descalificar a los que nos oponemos, aludiendo a nuestras convicciones religiosas. Podrían ser más originales, ya que no son argumentos de fe, sino éticos y morales, los que plantean la radical objeción a esta eugenésica iniciativa.
Que se anuncie por el Ministerio de Sanidad la voluntad de incluir a los enfermos de Alzheimer y demencias como potenciales «beneficiarios» de la inyección letal –incluso a domicilio–, debería abrir los ojos a los más desorientados.
Nada nuevo: la eugenesia comenzó a aplicarse en 1935 en la Alemania nazi, y culminó con el proyecto Aktion T4 en 1939, incluyendo la eutanasia. «Cultura nazi y progresista de la muerte» en estado puro.
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