Narcotráfico
El “narcosubmarino” de Galicia atravesó por río la selva del Amazonas
Las investigaciones policiales sitúan el punto de partida en Manaos, Brasil.
La documentación encontrada en poder del ecuatoriano Luis Tomás Manzaba, uno de los tripulantes del narcosubmarino interceptado el pasado mes de noviembre en las costas gallegas, han permitido deducir que la embarcación, con 3.000 kilos de cocaína, habría partido de la localidad brasileña de Manaos, según fuentes de la investigación consultadas por LA RAZÓN.
Antes de llegar a la costa atlántica y recorrer las 6.000 millas marinas hasta España, habría navegado unos 3.000 kilómetros por vía fluvial, a través de los ríos Negro y Amazonas.
Entre dicha documentación figuran diversas evidencias de su haber realizado compras en Manaos, moneda, tickets, entre ellas de la adquisición de una bolsa de viaje.
En esta localidad o en algún punto cercano se habría reunido con el otro ecuatoriano tripulante de la nave, Pedro Roberto Manzaba. Ambos fueron detenidos por agentes de la Guardia Civil y Policía Nacional en la madrugada del 24 de noviembre de 2019. Uno de ellos en la propia playa y el otro en la parroquia de O Hío.
El tercer tripulante, el español Agustín Álvarez Martínez, encargado de custodiar la droga, logró huir en un primer momento y esconderse en una casa abandonada de Punta Couso.
Los otros arrestados en la operación son los que les prestaron apoyo en tierra para que pudieran eludir la acción de las Fuerzas de Seguridad y su papel está definido en el gráfico que se reproduce en esta misma noticia.
A Iago Rego se le considera el encargado de haber descargado la droga si la operación de tráfico de cocaína hubiera salido bien. Es amigo de Agustín Álvarez.
Rodrigo Hermida Movilla es el individuo que estaba en la madrugada del 24 de noviembre en la playa de O Foxo con una bolsa con ropa para los tripulantes. Fue localizado por una patrulla de la Guardia Civil que le arrestó.
Enrique Carlos Serantes sería uno de los “cerebros” de la operación. Y Iago Serantes y Iago Rego Rosende prestaban labores de apoyo.
En la construcción del “Che”, que así se llamaba el semi sumergible , en alguna zona selvática, se emplearon entre nueve meses y un año, ya tiene réplicas en fase de elaboración.
Antes de emprender la operación de narcotráfico , la nave fue probada repetidamente en los ríos próximos a Manaos con el fin de comprobar que el motor, totalmente nuevo para evitar fallos que echaran a perder el transporte, funcionaba correctamente; no existían vías de agua; las válvulas de refrigeración estaban en condiciones, etcétera, tal y como publicó este periódico
Simultáneamente, la tripulación, formada por un capitán, un mecánico (los ecuatorianos) y el “garante” (el español) de la droga, de su recogida y entrega, era entrenada para que pudieran afrontar una travesía tan larga, no exenta de peligros.
De las cinco partes en que está dividida la nave, tres son para los depósitos de combustible, otra para la carga y el habitáculo utilizado como cabina. Había un timón y una brújula aunque se sospecha que disponían de otros elementos para poder realizar comunicaciones o, en su caso, ubicar su posición. Se da como seguro que se deshicieron de los mismos con el fin de no dejar rastro del tracking o ruta que siguieron.
En esta zona está también la escotilla por la cual se accede a la zona de carga de la droga y al cuadro de mando; disponía a ambos lados dedos pequeñas literas para descansar; y de tres ventanas a cada lado con el fin de poder tener cierta visibilidad a lo largo de la travesía y un sistema de ventilación en la cabina. La quinta parte es la zona del motor, con un sistema de ventilación y refrigeración.
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