Celebramos el 8-M como otros, en otros tiempos, jalearon la Victoria o la Revolución. Como unos juegos olímpicos de lo identitario que habrían horrorizado a las sufragistas, preocupadas por conquistar derechos tangibles y enfrentadas a las categorías generales con las que el machismo al mando insistía en etiquetarlas. Celebramos el 8-M porque estamos por la libertad, la igualdad, el feminismo...
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Me ha gustado mucho la columna. ¡Enhorabuena!