España

Malestar de Moncloa con Torra por la gestión del coronavirus: “No está a la altura”

El Gobierno critica que el presidente de la Generalitat «vaya por su cuenta» y debilite la imagen de España «mintiendo deliberadamente» a Europa

Quim Torra y Pere Aragonès ante Pedro Sánchez y Carmen Calvo en la primera reunión de la mesa.
Quim Torra y Pere Aragonès ante Pedro Sánchez y Carmen Calvo en la primera reunión de la mesa.Jesus G. FeriaLa Razón

Pedro Sánchez se ha esforzado en los últimos meses en estrechar la relación con la Generalitat. La dependencia de los partidos soberanistas, especialmente de ERC, para sacar adelante la investidura y las futuras cuentas obligaron a Moncloa a dejar a un lado los desplantes y agravios del presidente de la Generalitat, dispensándole un trato especial y diferenciado respecto al resto de líderes territoriales. Incluso, reconociendo como interlocutor a un Quim Torra a las puertas de la inhabilitación. Pero como con todo, el coronavirus también ha hecho estragos en la relación entre Gobierno y Generalitat. Aunque en público se intentan evitar las críticas, en privado el malestar es palpable y va in crescendo en los últimos días y se considera que el president no está dando la talla ante la magnitud de la crisis sanitaria. El diagnóstico es unánime dentro del Ejecutivo: «No está a la altura».

En un primer momento, desde el Gabinete se acogió con optimismo que Torra decidiera participar en la videoconferencia que Sánchez impulsó con los presidentes autonómicos el pasado domingo y que volverá a repetir mañana. Su incorporación, tras años de ausencia en este tipo de foros, estuvo no obstante acompañada de un cuestionamiento de la estrategia del Gobierno, asegurando que su decisión de centralizar competencias en la crisis era un «155 encubierto». El president se desmarcó y fue el único líder territorial que evitó rubricar el manifiesto conjunto en el que Estado y autonomías se garantizaban mutuamente lealtad, coordinación y unidad de acción.

De este cuestionamiento al Gobierno se ha dado un paso más allá en las últimas horas, que ha causado un gran enfado en Moncloa. Califican de «mentira absoluta» las declaraciones del president en la BBC en las que aseguraba que, aunque el coronavirus se combate con confinamiento, el Gobierno central lo está impidiendo. Fuentes gubernamentales se muestran muy tajantes sobre este asunto y lamentan que se esté buscando debilitar la imagen de España en el exterior en lugar de remar por un objetivo común. «Más le valdría preocuparse de hacer una gestión adecuada de la crisis sanitaria», aseguran, poniendo de ejemplo que el cierre de Igualada, que Torra quiere que el Gobierno extienda a toda Cataluña, no está dando los resultados adecuados. Desde el Gobierno no valoran por el momento el cierre de ninguna ciudad, porque entienden que los efectos que provocaría no son lo suficientemente beneficiosos como para que merezca la pena.

En el Gabinete aseguran con rotundidad que «está faltando deliberadamente a la verdad» y critican que «no es aceptable que vaya por su cuenta, en una fuga hacia delante que no se comprende en el contexto actual». Creen, en todo caso, que todo obedece a su «situación procesal» y le emplazan a que «deje de pensar en su situación».

Los esfuerzos de Torra por internacionalizar su pugna con Sánchez a raíz de la gestión de la crisis sanitaria no quedaron ahí. Ayer por la mañana, el president envió una carta a los líderes de la Unión Europea para pedir ayuda con el confinamiento de Cataluña –tanto el aislamiento domiciliario como el cierre de las entradas y salidas a la autonomía–, y reclamó que «asegure» que el Gobierno y el resto de Estados miembros cumplen con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

La tensión ha ido escalando día a día a lo largo de una semana que concluirá mañana precisamente con una nueva cita prevista entre Torra y Sánchez a cuenta de la reunión por videoconferencia con el resto de presidentes autonómicos. A primera hora de la mañana de ayer se daba por hecho que el president participaría, sin embargo, horas más tarde, la portavoz de la Generalitat, Meritxell Budó, lo puso en entredicho y exigió que para dar la confirmación tenía que haber el compromiso de atender las peticiones del Govern. «Pedimos que la reunión permita que recojan las opiniones, posicionamientos y peticiones de los distintos territorios y que no sea una conferencia de transmisión de información a nivel unidireccional del Gobierno al resto de presidentes autonómicos», aseguró.